
Una tradición familiar con más de dos siglos de historia en el país ha alcanzado el reconocimiento global. La UNESCO inscribió el circo de tradición familiar de Chile en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. La decisión fue adoptada este miércoles durante la vigésima reunión del Comité Intergubernamental, celebrada en Nueva Delhi. El Gobierno de Chile expresó su «profunda emoción y gratitud» ante la noticia, destacando el valor de este oficio en el imaginario chileno.
Es así como la subsecretaria de Patrimonio Cultural de Chile, Carolina Pérez, quien recibió la noticia en Nueva Delhi, transmitió la emoción del reconocimiento: «Este reconocimiento es sobre todo un reconocimiento a las familias, compañías, comunidades portadoras que han sostenido, transmitido y renovado durante generaciones, saberes, prácticas y ritos que forman parte de nuestra identidad colectiva». Animó, además, a otros países con tradición circense a buscar su reconocimiento por la UNESCO.
La práctica es sostenida por familias que viajan en autocaravanas a lo largo del país, levantando sus carpas en ciudades, pueblos y zonas rurales. Cada circo está integrado por grupos que desarrollan su vida bajo la carpa, manteniendo rituales propios como bautizos o debuts, mientras sus integrantes asumen múltiples oficios —desde acróbatas y payasos hasta técnicos— sin distinción de género.
Junto a su innegable valor cultural, el circo cumple una función social relevante, organizando funciones solidarias y sirviendo como apoyo en comunidades afectadas por desastres naturales. Se ha consolidado como un espacio inclusivo para mujeres, personas LGTBIQ+ y artistas históricamente marginados.
El plan de salvaguardia presentado por Chile, consensuado con la comunidad circense, busca asegurar la preservación y transmisión de la práctica. Este incluye nuevas medidas de protección laboral, el fortalecimiento de sindicatos y asociaciones circenses, la creación de un archivo nacional del circo tradicional, y programas de formación para niños y jóvenes. Con esta inclusión, que se suma a otros elementos como el baile chino y la alfarería de Quinchamalí, el Estado se compromete a asegurar la pervivencia de esta tradición familiar.
Así compartía el Servicio Nacional del Patrimonio hace unos días atrás este posible reconocimiento el pasado 4 de diciembre:







