DIPUTADOS DE BOLIVIA APRUEBAN HISTÓRICA NORMA QUE PONE FIN A LOS MATRIMONIOS INFANTILES Y REFUERZA LA PROTECCIÓN DE LA NIÑEZ

La Cámara de Diputados de Bolivia aprobó este miércoles una normativa histórica que prohíbe sin excepciones el matrimonio de personas menores de 18 años, eliminando así los resquicios legales que permitían estas uniones con autorización de padres o tutores desde los 16 años.
La medida, que ya había sido respaldada por el Senado a inicios de este año, solo espera la promulgación del presidente Luis Arce para entrar en vigencia. Con ella, se busca erradicar los matrimonios infantiles y proteger los derechos de niños, niñas y adolescentes en el país.
Según el Servicio de Registro Cívico, entre los casos registrados figuran 487 matrimonios de niñas menores de 15 años, mientras que más de 4.800 menores de 16 y 17 años contrajeron matrimonio en los últimos años gracias a la excepción ahora derogada.
Organizaciones como Save the Children celebraron la aprobación de esta ley. “Es un paso fundamental en la defensa de la niñez boliviana. La excepción en la normativa permitió miles de matrimonios que vulneraron derechos y expusieron a menores a riesgos como violencia sexual, embarazo infantil y trata de personas”, señaló Jimena Tito, especialista en protección de la niñez.
La senadora Virginia Velasco, del Movimiento al Socialismo, fue una de las principales impulsoras del proyecto, inspirada en testimonios de niñas afectadas. “No ha sido fácil, pero logramos que Bolivia dé un paso histórico para evitar que se vulneren los derechos de las y los adolescentes”, afirmó.
El problema, sin embargo, va más allá de los matrimonios formales. Datos del Ministerio de Salud revelan que entre 2015 y 2023 se registraron más de 458.000 embarazos en niñas y adolescentes, y se estima que unas 32.000 menores ingresaron en uniones libres o concubinato antes de los 15 años.
La aprobación de esta norma alinea a Bolivia con los estándares internacionales y con las recomendaciones de organismos como la ONU y la CIDH. No obstante, especialistas advierten que el desafío recién comienza: lograr que la sociedad deje de naturalizar estas prácticas y que las niñas puedan desarrollarse plenamente libres de violencia y coerción.