
En apenas un año, los ingresos de naves chinas a puertos chilenos se dispararon de 8 a 117 —y 77 de ellos en Iquique—, una cifra inédita que encendió todas las alarmas marítimas. Detrás del fenómeno, un endurecimiento de normas en Perú y un cambio estratégico que ahora pone a Chile en la mira del mapa pesquero mundial.
El puerto de Iquique, acostumbrado al ir y venir de contenedores, mercancías y brisas saladas, se ha convertido en los últimos meses en un inesperado protagonista de una historia global. Bajo el sol del norte, 77 barcos con bandera china han recalado en sus aguas durante este 2025. En total, 117 naves chinas han entrado a puertos chilenos hasta octubre, un salto abismal si se compara con las 8 registradas en 2024.
El dato no es menor: representa un incremento superior al 1.600%, un movimiento que transformó el mapa marítimo del Pacífico Sur.
¿La causa? Una tormenta regulatoria en Perú que cerró sus puertos a flotas extranjeras, obligando a los gigantes asiáticos a mirar hacia el sur. Chile, con una legislación más flexible y puertos operativos, apareció como un nuevo refugio logístico para los colosos del mar.
EL CAMBIO DE RUMBO QUE SACUDIÓ EL PACÍFICO
Hasta hace poco, los buques pesqueros chinos hacían de Perú su parada habitual, pero a fines de 2024, el país vecino endureció su normativa marítima, cerrando el paso a las embarcaciones que no pudieran demostrar operaciones limpias y rastreables mediante su sistema satelital.
El decreto cayó como un torpedo en la flota asiática. En cuestión de meses, los ingresos a puertos peruanos cayeron a cero, mientras Chile se transformó en el nuevo punto de escala.
Según registros de la Dirección General del Territorio Marítimo y de Marina Mercante (Directemar), los motivos oficiales del arribo a puertos nacionales son avituallamiento, relevo de tripulación y reparaciones. Sin embargo, el fenómeno no deja de levantar suspicacias en círculos ambientales y pesqueros, que temen una migración encubierta de la pesca industrial.
IQUIQUE, LA PUERTA DEL NORTE QUE MIRA AL MUNDO
El puerto iquiqueño lidera con holgura la lista de recaladas. Le siguen Arica (27 naves), Talcahuano (9), Valparaíso (2) y Punta Arenas (2).
La mayoría de los barcos realiza breves operaciones logísticas —cargar víveres, combustible o reemplazar tripulación— antes de retomar rumbo hacia aguas internacionales. Pero la magnitud del aumento ha despertado inquietud tanto en el ámbito político como en el ambiental.
En la Comisión de Pesca de la Cámara de Diputados, el tema fue calificado como “un cambio de comportamiento sin precedentes” por parte de las flotas extranjeras. “Pasamos de siete ingresos en 2024 a más de cien este año. Es un salto explosivo que no puede pasar inadvertido”, advirtió César Astete, director de campañas de Oceana Chile, quien planteó la necesidad de revisar la brecha normativa entre Chile y Perú.
PERÚ CIERRA PUERTOS, CHILE ABRE OPORTUNIDADES
En Lima, los años de denuncias contra las flotas chinas —por apagar sus sistemas satelitales y pescar en zonas prohibidas— impulsaron una política más dura. El decreto supremo de fines de 2024 exige que toda nave extranjera tenga operativo su sistema de seguimiento satelital durante los seis meses previos a solicitar ingreso.
La medida fue efectiva: las cifras peruanas se desplomaron. Pero el mar no se vació de barcos; solo cambiaron de puerto.
Para Chile, el escenario presenta un dilema. Si bien Directemar y Sernapesca han confirmado que no existen registros de incumplimientos por parte de estas naves dentro de aguas nacionales, organizaciones internacionales ya advierten riesgos latentes. La ONG C4ADS, que monitorea redes ilícitas marítimas, alertó que “la repentina reubicación de la flota hacia Chile coloca al país en el centro de un desafío pesquero global”.
UN NUEVO EPICENTRO DE TENSIÓN MARÍTIMA
El comunicado de la Embajada de China en Chile intentó enfriar el debate, asegurando que el gigante asiático “mantiene una política de tolerancia cero ante la pesca ilegal”. Sin embargo, el historial reciente en otros países del Pacífico deja más preguntas que certezas.
Para los expertos, Chile enfrenta una prueba mayor: convertirse en vigilante de un flujo marítimo que antes recaía en manos peruanas.
Lo que antes era un problema de otro puerto, ahora amarra en nuestras costas.
VIGILANCIA Y ALERTAS
La Directemar enfatizó que toda nave extranjera que ingresa a territorio nacional es físicamente inspeccionada al 100%, y que cada autorización debe pasar por el filtro de Sernapesca. Aun así, la velocidad con la que se multiplicaron los ingresos mantiene encendidas las alarmas de fiscalización.
El fenómeno, según especialistas, no solo representa un desafío ambiental, sino también una oportunidad estratégica: fortalecer la supervisión, cerrar vacíos legales y definir si Chile está preparado para asumir el rol de nuevo centro de control marítimo del Pacífico Sur.







