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DE LA CORONILLA A QUILLAGUA: EL OSCURO PRONTUARIO DEL HOMBRE QUE CRUZÓ FRONTERAS CON UNA GRANADA EN SU EQUIPAJE

El detenido en Quillagua, sorprendido por Aduanas con una granada de guerra en un bus con destino a Calama, no era un pasajero cualquiera. Se trata de un individuo boliviano con un pasado marcado por delitos violentos, incluyendo violación, tortura y asesinato. La Fiscalía del Tamarugal ordenó una exhaustiva investigación para determinar cómo un exconvicto con semejante historial logró cruzar la frontera chilena cargando un artefacto explosivo.

El bus interprovincial avanzaba lentamente por la pampa nortina, esa línea interminable donde el desierto parece tragarse los secretos. Era miércoles 12 de noviembre y el calor en Quillagua, el poblado fronterizo más seco del mundo, ardía sin clemencia. Los funcionarios de Aduanas subieron al vehículo con la rutina de siempre: revisar bolsos, escanear miradas, detectar nerviosismos, pero nada podía prepararlos para lo que hallaron entre los asientos 18 y 19: un envase de papel que, al abrirlo, reveló el peso mortal de una granada de uso militar.

El artefacto, según se estableció preliminarmente, habría ingresado desde Bolivia y tenía como destino la ciudad de Calama. Su portador, un hombre joven, moreno, de mirada evasiva y acento extranjero, intentó explicarse torpemente: “Solo debía entregarla a cambio de dinero”.

Sin embargo, el nombre en su documento reavivó viejos fantasmas.
R.I.C.L., alias “El Chino”, no era un desconocido para la justicia del altiplano.

Un pasado manchado de sangre y terror

Años atrás, su nombre estremeció las calles de Cochabamba. En 2011, fue arrestado por la brutal violación de una estudiante y acusado del asesinato de una joven cholita en el cerro de La Coronilla. Los informes policiales de entonces lo describían como un sujeto de impulsos violentos, adicto a la clefa, y con un largo prontuario por violación, robo agravado y homicidio.

“Sí, yo le hice eso a esa chica, lo reconozco —dijo alguna vez ante los medios—, pero de la cholita no voy a hablar”.
Su frialdad fue su sello.

Condenado en su país y señalado por múltiples agresiones, desapareció de los registros hasta ahora, cuando volvió a ser noticia, esta vez al otro lado de la frontera, portando un artefacto de guerra.

El hallazgo que encendió las alarmas

El procedimiento se desarrolló con precisión militar. Tras detectar el explosivo, los funcionarios de Aduanas aislaron el bus y dieron aviso inmediato a Carabineros de la Tenencia de Quillagua. El aire se volvió denso. Los pasajeros fueron evacuados mientras el desierto se llenaba del zumbido de sirenas.

Minutos después, arribó el GOPE de Carabineros, cuyos especialistas, enfundados en trajes protectores, realizaron las pericias y aseguraron la granada. La trasladaron al cuartel del GOPE Tarapacá, donde será analizada y destruida.

La Fiscal Jefa del Tamarugal, Karem Gómez, ordenó diligencias para rastrear el origen del artefacto y los posibles vínculos del detenido con redes de tráfico de armas. “Se trata de un elemento de guerra activo, cuyo ingreso al país constituye una infracción gravísima a la Ley de Control de Armas”, indicó la autoridad.

El hombre que cruzó las sombras

Camacho Licona, de nacionalidad boliviana y en situación irregular en Chile, confesó que transportaba la granada hacia Calama por encargo. Dijo poco más. Sus antecedentes, sin embargo, hablan por él. Un prontuario que mezcla violencia sexual, sadismo y ahora tráfico de armamento, un cóctel peligroso que pone en jaque la seguridad fronteriza.

La pregunta que queda flotando en el aire del desierto es simple y perturbadora:
¿Cómo un hombre con semejante pasado cruzó sin obstáculos y llegó a moverse entre pasajeros comunes, llevando la muerte envuelta en papel?

El eco de la frontera

Mientras el imputado aguarda su control de detención en el Juzgado de Garantía de Pozo Almonte, las autoridades chilenas intensifican las investigaciones. Se busca determinar si existen otros involucrados o si la granada era parte de un contrabando mayor.

En Quillagua, el silencio volvió lentamente a posarse sobre la carretera.
El bus retomó su ruta, los pasajeros reanudaron sus viajes, y el desierto volvió a ser lo que siempre ha sido: un inmenso testigo mudo de las historias que cruzan sus arenas, algunas cargadas de polvo, otras de muerte.

Fuentes: Diario Opinión de Bolivia / Diario El Día de Bolivia

🟢 IMPORTANTE ACLARACIÓN:
De acuerdo con el principio de presunción de inocencia, toda persona acusada de un delito debe ser considerada inocente mientras no exista una sentencia judicial firme que determine su culpabilidad.
Esta nota aborda un proceso aún en desarrollo y no pretende prejuzgar los hechos ni el resultado final de las investigaciones.

Belén Pavez G., Periodista y Locutora. Licenciada en Comunicación Social. Productora general y Directora de prensa en Vilas Radio. Música y Cat lover.

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