
En ferias libres, almacenes de barrio, el comercio informal e incluso en el retail formal, los productos falsificados han pasado de ser un problema aislado a transformarse en una preocupación nacional. Así lo confirma el Servicio Nacional del Consumidor (SERNAC), que entre 2024 y lo que va de 2025 ha recibido cerca de 900 reclamos de consumidores que aseguran haber adquirido artículos adulterados.
La situación no solo representa un perjuicio económico. También se trata de un riesgo sanitario y legal: desde detergentes que no cumplen parámetros básicos, hasta cosméticos sin registro y medicamentos con principios activos alterados. “Estamos frente a un fenómeno que pone en entredicho la salud, la seguridad y los derechos de los consumidores”, advierte el organismo.
El mapa de las falsificaciones
Los reclamos y alertas recibidos por el SERNAC provienen tanto de empresas titulares de marcas afectadas, consumidores engañados y fiscalizaciones coordinadas con la PDI y el Instituto de Salud Pública (ISP).
Los casos más notorios incluyen:
- Productos de aseo: detergentes como Biofrescura y Popeye con hasta ocho veces menos materia activa que los originales y un pH más alcalino, lo que afecta la efectividad y seguridad de uso.
- Alimentos: Nestlé denunció la circulación de Leche Nido y Café Nescafé falsificados en ferias libres, almacenes e incluso locales minoristas.
- Medicamentos: estudios revelaron la venta de fármacos como Sentis, Elvenir, Viadil y vacunas contra la influenza adulteradas, detectadas y publicadas por el ISP.
- Cosméticos: la Cámara Cosmética de Chile informó en julio de 2025 que al menos 35 marcas circulaban en “malls chinos” con registros falsos o sin número de serie, entre ellos shampoo, cremas, perfumes, delineadores y mascarillas.
La amplitud del fenómeno confirma que la falsificación se ha infiltrado en el consumo cotidiano, y ya no se restringe únicamente a artículos de lujo o electrónicos.
Consumidores bajo riesgo
Los productos falsificados se venden, casi siempre, a precios tentadores. Pero, según el SERNAC, ese aparente ahorro puede traer consecuencias graves:
- Pérdidas económicas: no existe derecho a devolución, garantía ni compensación si se compró en comercio informal.
- Riesgos a la salud: desde intoxicaciones por alimentos adulterados hasta alergias, reacciones químicas o ineficacia de medicamentos.
- Problemas legales: en algunos casos, la adquisición y uso de estos productos podría considerarse participación indirecta en un ilícito.
“Lo barato termina siendo caro cuando se trata de falsificaciones. Aquí no solo está en juego la billetera del consumidor, sino su bienestar y seguridad”, señala un especialista en derecho del consumo consultado por este medio.
¿Cómo identificar una falsificación?
El SERNAC ha elaborado una serie de consejos prácticos para que la ciudadanía pueda protegerse:
- Comprar solo en el comercio establecido y exigir boleta.
- Revisar envases y etiquetas: colores, bordes y tipografía suelen ser de menor calidad en imitaciones.
- Desconfiar de formatos inusuales o de productos sin publicidad oficial.
- Consultar directamente con la empresa si existen dudas sobre la autenticidad.
- Suspender de inmediato el uso de alimentos o medicamentos sospechosos de ser falsificados.
- Denunciar cualquier hallazgo a las autoridades competentes.
Una lucha que recién comienza
El SERNAC ha reforzado la vigilancia en conjunto con organismos especializados, pero advierte que la colaboración ciudadana es clave. “Las denuncias permiten sacar de circulación productos inseguros y proteger a miles de personas”, recalcan desde el servicio.
El desafío, según expertos en consumo, es doble: educar a los consumidores para reconocer los riesgos y exigir responsabilidad a quienes distribuyen o permiten el ingreso de estas falsificaciones al mercado formal.
En palabras de una consumidora que reclamó tras comprar un detergente adulterado: “Lo compré porque era más barato, pero terminó arruinando mi ropa y tuve que gastar más después. Nunca pensé que incluso en una tienda establecida podrían vender algo falsificado”.
La advertencia está sobre la mesa: en Chile, cada vez más, la decisión de compra puede ser la línea divisoria entre un buen negocio y una pesadilla costosa.