
La inédita unión de los trabajadores de la salud privada marcó un quiebre histórico en el sector: denunciaron listas de espera desbordadas, sobrecarga extrema, vacíos en la Ley Karin y una aplicación caótica de las 40 horas. Desde esta nueva fuerza colectiva, emplazaron directamente a los presidenciables a presentar propuestas reales para enfrentar la crisis estructural que atraviesa el sistema sanitario chileno.
Por primera vez en décadas, los pasillos silenciosos de las clínicas privadas dejaron de sonar a monitor cardíaco y comenzaron a vibrar con otra señal vital: la de trabajadores exigiendo ser escuchados. Lo que ocurrió ayer jueves 20 de noviembre no fue una simple reunión sindical; fue un despertar, un punto de quiebre en un sistema que agoniza mientras millones esperan por atención.
La Federación de Sindicatos de Profesionales de la Salud Privada (FESPROSAP), junto a la Central Autónoma de Trabajadores y Trabajadoras de Chile (CAT), convocaron una jornada que rápidamente dejó de ser un encuentro técnico para transformarse en un acto político, emocional y profundamente humano. Un acto donde, por primera vez, los sindicatos de la salud privada se reconocieron entre sí como parte de un mismo naufragio.
Un sistema al límite: el colapso silencioso que ya no se puede esconder
Los testimonios se encadenaron uno tras otro:
—“No quiero volver a vivir otra jornada de 16 horas sin posibilidad de ir al baño”.
—“Tengo colegas llorando en los pasillos”.
—“Hay turnos donde somos la mitad de lo que deberíamos ser”.
En la mesa, sobre carpetas y hojas marcadas a mano, se repetían cifras que ya son alarmas encendidas hace años, pero nunca tan crudas como ahora:
- Más de 2,3 millones de personas esperando consultas o cirugías.
- Equipos completamente reventados por jornadas eternas y falta de personal.
- Un desgaste emocional que ya no se define como estrés, sino como agotamiento crónico.
- La Ley Karin, que prometió resguardar la integridad de los trabajadores, pero que en la práctica ha dejado zonas grises donde persisten la violencia y el acoso.
- La transición a jornadas de 40 horas, que en el sector privado se está aplicando a golpes, tensando aún más a equipos que ya trabajan sobre el límite.
El diagnóstico es lapidario: el sistema no solo está en crisis, está sobreviviendo gracias al sacrificio de quienes lo sostienen.
“Los trabajadores están pagando con su propio cuerpo el desorden del sistema”, dijo Evely Muñoz, presidenta de FESPROSAP. No fue una frase: fue un puñetazo en la mesa.
Una escena inédita: sindicatos privados unidos, sentados frente al mismo dolor
En las salas del encuentro hubo técnicos paramédicos, enfermeras, kinesiólogos, administrativos, médicos, dirigentes históricos y otros que recién comienzan. Todos, por primera vez, sentados sin jerarquías, sin apellidos corporativos, sin competencia entre clínicas.
El hito es mayor de lo que parece: el sector privado jamás había presentado una sola voz, un solo relato, un solo reclamo.
Ese día, sí.
La consigna se instaló rápido: “No volveremos a dividirnos. La dignidad se defiende juntos”.
El objetivo común: armar una agenda unitaria para 2026, centrada en salud mental, condiciones laborales dignas, seguridad, regulación y un trato humano que hoy, dicen, solo existe en los discursos institucionales.
El golpe directo: los trabajadores ponen a los presidenciables contra la pared
La jornada terminó con un mensaje que cruzó la frontera del ámbito sindical y entró de lleno en la arena política.
Un mensaje que no busca ser sugerencia, sino advertencia: Los candidatos presidenciales deben pronunciarse. Ya.
La exigencia es clara:
- Propuestas robustas, reales y financiables para enfrentar la crisis del sistema.
- Políticas tangibles sobre salud mental, seguridad y regulación laboral.
- Un compromiso explícito de que la salud —pública y privada— será tema central de la campaña presidencial.
- Y lo más potente: reconocer que el colapso está aquí, y que ignorarlo es una forma de violencia política.
“El país debe entender que quienes atienden y salvan vidas están enfermos de cansancio”, señaló Muñoz durante el cierre. “Y ahora queremos escuchar qué harán los futuros presidentes de Chile por nosotros”.
Lo que viene: una unidad que podría cambiar el mapa laboral y sanitario del país
El movimiento que nació en esta jornada se proyecta mucho más allá de un encuentro puntual. FESPROSAP y CAT ya hablan de movilización nacional, de presencia en debates, de propuestas directas a los candidatos y de hacer de la salud un tema imposible de esquivar.
La señal es clara: la salud privada —un sector históricamente fragmentado, silencioso y controlado por grandes consorcios— acaba de encender su propia alarma sísmica.
Y esta vez no se apagará tan rápido.
Porque, como concluyó Muñoz: “Los discursos ya no sirven. Queremos políticas. Queremos cambios. Y esta unidad sindical será la herramienta para que por fin la salud en Chile sea digna para trabajadores y pacientes”.







