
Pese a las múltiples promesas de mayor seguridad y conectividad, los vecinos de la comuna de Colchane aseguran que siguen completamente solos. La preocupación central gira en torno al tráfico de migrantes durante las noches, las largas esperas en los buses y en particular, la prohibición de ingreso a medios de comunicación al complejo fronterizo.
Un equipo de Vilas Radio recorrió más de 230 kilómetros hasta la comuna altiplánica, ubicada a más de 3.700 metros sobre el nivel del mar. Ya en ruta, el panorama era adverso: desvíos en el kilómetro 57, falta de señaléticas y peligrosos baches en la carretera 15 CH. “La conducción tiene que ser prudente, si no, terminas en una zanja”, comentaba un transportista.

Al llegar al complejo fronterizo, la delegación provincial del Tamarugal negó el ingreso de la prensa. Pese a ello, los vecinos compartieron su testimonio: “Colchane está muy diferente. Yo vine hace cuatro o cinco años, y nada de esto existía. Ahora esto parece Bolivia”, dijo una vecina mientras mostraba su puesto de comida.
En un recorrido por el centro y sectores aledaños, se evidenció abandono en infraestructura, falta de señalización, y un número alarmante de viviendas y vehículos desmantelados. «Aquí las calles no tienen ni nombre. Es tierra de nadie», relató nuestro equipo desde Colchane.
MIGRANTES IRREGULARES
El equipo de Vilas Radio pudo evidenciar en terreno que la presencia de migración irregular durante el día ha disminuido, en parte gracias a la zanja construida hace tres años y los puntos móviles de vigilancia militar. Sin embargo, tanto los vecinos como funcionarios de seguridad coinciden: “El flujo vuelve en la noche”, revelan los vecinos.
Una de las entrevistadas, Susan, comerciante boliviana, compartía su experiencia con humor y resignación: “Yo vendo charqui de llama soltera… ¿y la casada? También hay. ¿La viuda? Esa no”. Junto a otros vendedores improvisados, reclaman más apoyo e infraestructura para poder seguir vendiendo legalmente. Fue parte de lo que se vivió durante la transmisión.

El testimonio de Nicasio Mamani, adulto mayor de 74 años, fue más crudo: “Durante el día no se ve gente, pero en la tarde-noche empiezan a aparecer. Yo no quiero salir en cámara por miedo, pero esto pasa siempre”, afirmó en off.
Desde el punto de control militar más cercano, se visualiza claramente cómo algunos caminos siguen despejados, lo que permite el ingreso irregular durante las noches. En contraste, durante el día, el movimiento es mínimo. “A lo mejor cruzan, a lo mejor no, pero el paso sigue estando ahí”, relató nuestro equipo en terreno.
La comunidad también denunció la falta de servicios básicos como salud, internet y seguridad. “Aquí no hay ni cajero automático, ni luminarias. Y eso que somos comuna fronteriza”, reclamó otra vecina. Una situación que, según los habitantes, refleja el centralismo del país: “Qué pena saber que Chile sigue siendo un país donde la prioridad es Santiago”, dijeron los vecinos.
EQUIPO DE VILAS RADIO NO PUDO INGRESAR AL COMPLEJO FRONTERIZO A COMPROBAR LOS PROCEDIMIENTOS DE INGRESO EN LA FRONTERA

“Nos prohibieron entrar. Como medio no podemos mostrar qué está pasando. ¿Por qué tanto secretismo?”, señaló nuestra periodista en terreno apuntando a la delegación del Tamarugal como responsable de estas restricciones.
Mientras tanto, Colchane permanece en el olvido. La zanja que alguna vez se pensó como solución, hoy es símbolo del abandono. Una tierra de nadie en la que los vecinos siguen pidiendo ser escuchados.
“Aquí no se hace el control biométrico. Lo sabemos nosotros, lo saben ellos, pero nadie lo quiere decir en voz alta”, relató un transportista. “Falta todo: luz, salud, deporte, conectividad… Y nadie responde. Seguimos solos”, concluyó un poblador mientras regaba el terreno frente a su casa, “porque si no, nadie lo hace”, señaló el vecino.
TRANSPORTISTAS LOCALES DENUNCIAN COMPETENCIA DESLEAL POR PARTE DE BUSES INTERNACIONALES
En medio de la transmisión, la periodista de Vilas Radio se acercó a vecinos del sector para conocer directamente sus percepciones sobre la situación actual en el complejo fronterizo. Uno de los entrevistados, trabajador del transporte local, manifestó su molestia ante la competencia desleal que —según denunció— ejercen buses internacionales dentro del recinto aduanero: “No podemos operar con normalidad. Nos quitaron a los pasajeros, venden pasajes adentro de la aduana y nosotros, los formales, no podemos ni trabajar”, reclamaron.

El impacto económico ha sido profundo. Aseguran que han perdido más del 60% de los viajes, viéndose incluso forzados a contemplar cambiar de rubro. A pesar de estar debidamente autorizados y contar con permisos, los operadores locales denuncian que el control es débil durante la noche, momento en que aumentan los ingresos irregulares a través de pasos clandestinos como Escapiña y Pisicachoque. “En el día nos controlan a nosotros, los que trabajamos legalmente. Pero en la noche, cuando bajan todos los ilegales, los militares están guardados dentro de las casetas”, relató uno de ellos.
CAJERO AUTOMÁTICO
También surgió el clamor por infraestructura bancaria básica. La necesidad de contar con un cajero automático y, ojalá, una sucursal bancaria fue reiterada por varios vecinos como una prioridad no resuelta, reflejando el rezago estructural de la comuna.

La situación migratoria no sólo fue analizada desde el lado chileno por el equipo de Vilas Radio. Varios ciudadanos bolivianos dieron su testimonio sobre las duras condiciones que enfrentan para ingresar al país. Algunos denunciaron haber esperado más de seis horas a temperaturas bajo cero, mientras otros apuntaron al deterioro económico de su país como causa del éxodo. “Ya no se puede vivir en Bolivia”, dijo un hombre que viaja regularmente por trámites de propiedad. “Nos pintan todo de colores, pero el sueldo mínimo no alcanza para nada”.
La ausencia de controles biométricos y la descoordinación en el trato hacia los migrantes también quedaron en evidencia en la visita a terreno del equipo. Mientras las cifras oficiales hablan de una disminución del 35% en ingresos irregulares, los testimonios en terreno desmienten esta versión. “Cuando hay más control, los que trafican con personas cobran más. Antes eran 30, ahora cobran 100 mil”, explicó un conductor local.
La cobertura cerró con una imagen simbólica: un peluche olvidado en la entrada del complejo. “Ese peluche es testigo de todo lo que ha pasado aquí: frío, hambre, abandono”, dijo nuestra periodista, emocionada.
La transmisión concluyó con un llamado a las autoridades y una promesa: volverán a Colchane, porque lo que ocurre en la frontera necesita ser contado, con toda su crudeza y sin filtros.