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CARIQUIMA EXIGE MAYOR SEGURIDAD TRAS NUEVO ROBO A ADULTA MAYOR: DESCONOCIDOS INGRESARON A LA VIVIENDA DE LA SRA. PRIMITIVA

El silencio del altiplano fue interrumpido nuevamente por la tristeza. En Cariquima, un pequeño pueblo que resiste entre el viento y la altura, la casa de la señora Primitiva fue violentada por desconocidos durante la noche. Es la segunda vez que su hogar, construido con esfuerzo y memoria, sufre un robo.

Para la comunidad, no es solo una noticia: es una herida que se repite. La señora Primitiva, una mujer aymara de trabajo incansable y corazón generoso, representa el espíritu de los pueblos del norte. “Nos duele verla así, porque ella es parte de nuestra historia, de nuestra raíz”, escribió Erika Moscoso Mamani, vecina que hizo público el hecho a través de redes sociales.

Entre la indignación y la pena, los habitantes de Cariquima sienten que la distancia y el abandono pesan más que la altura. Han denunciado el caso a Carabineros, pero lamentan que las respuestas sean siempre las mismas: tomar nota, prometer visitas, y nada más. Mientras tanto, la sensación de vulnerabilidad crece, sobre todo entre los mayores, quienes deberían vivir sus días con calma y respeto.

“Queremos volver a sentirnos seguros. No pedimos más que vivir en paz, cuidar nuestro territorio y a los nuestros”, expresan los pobladores, que ahora claman por mayor presencia de las autoridades y una acción real que devuelva la confianza a los pueblos del altiplano.


UN LLAMADO DESDE LA ALTURA

La situación en Cariquima no es aislada. En los últimos meses, los pueblos de la comuna de Colchane han experimentado un aumento de robos rurales, lo que llevó al alcalde Teófilo Mamani a impulsar medidas de resguardo, como la instalación de cámaras de seguridad y el patrullaje preventivo municipal, financiado en parte por la Subsecretaría de Prevención del Delito.

También se han sostenido reuniones entre las comunidades y las autoridades regionales para fortalecer la seguridad en esta zona fronteriza, donde las distancias, el clima y la soledad hacen más difícil la vigilancia.

En febrero de 2024, los propios pobladores de Cariquima detuvieron a un ciudadano extranjero que intentó robar en el sector. Fue un gesto de unidad, pero también una señal clara del abandono estatal que sienten quienes viven en estas tierras.


EL ECO DEL ALTIPLANO

La región de Tarapacá, marcada por su historia y su frontera viva, enfrenta hoy una crisis de seguridad más amplia. La migración irregular y la presencia de crimen organizado han obligado al Estado a desplegar Fuerzas Armadas en la Macrozona Norte. Sin embargo, en los pueblos más pequeños como Cariquima, la gente siente que la ayuda no llega hasta sus puertas.

Allí, entre montañas y frío, las familias siguen resistiendo. Siguen sembrando, cuidando sus animales, levantando escuelas y oratorios. Y aunque el miedo ronda, la comunidad no deja de levantar la voz, porque su dignidad, como su tierra, no se rinde ante el viento.

Periodista con licenciatura en Comunicación Social. Fotógrafa motorsport amante del Rally Cross Country, Rally Mobil y de las carreras de velocidad de motos y automóviles.

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