
Donde antes había solo una sede social de paredes frías y piso irregular, hoy se levantan juegos de colores, un sombreadero y una sala luminosa donde se escucha el eco de las primeras canciones infantiles. Bajo Soga, una de las localidades más apartadas de la comuna de Huara, estrenó su nueva aula de clases y patio de juegos para los niveles NT1 y NT2, gracias a un proyecto municipal que superó los 15 millones de pesos de inversión.

El proyecto fue financiado con recursos del Departamento de Educación Municipal (DAEM) y marca un antes y un después en la vida cotidiana de las familias del sector, cuyos hijos e hijas —hasta hace poco— debían trasladarse largas distancias para asistir al jardín infantil en la capital provincial.
De sede social a aula de aprendizaje
La antigua sede de la comunidad fue completamente transformada. Donde antes se realizaban reuniones vecinales, hoy hay pizarras, estanterías con material didáctico, mobiliario nuevo y espacios administrativos para docentes y asistentes.
El lugar fue reacondicionado para cumplir con los estándares del Ministerio de Educación, garantizando seguridad, accesibilidad e infraestructura adecuada para la enseñanza inicial.
A un costado, se instaló un patio de juegos con pasto sintético y sombreadero, un espacio pensado para estimular la motricidad, la imaginación y la socialización de los pequeños. “Queremos que cada niño y niña de nuestra comuna tenga la oportunidad de aprender, jugar y crecer en su propio entorno, sin que la distancia sea un obstáculo”, explicó el alcalde José Bartolo Vinaya, durante la ceremonia de inauguración.
Educación digna en el corazón del desierto
En un territorio donde el sol marca la rutina y los kilómetros pesan más que las horas, el acceso a la educación es una lucha diaria. Por eso, la habilitación de esta sala en Bajo Soga representa más que una mejora en infraestructura: es un acto de equidad territorial.
“El aprendizaje no empieza en los libros, sino en los primeros juegos, en el compartir, en sentirse seguros y valorados”, señaló una de las educadoras presentes en la ceremonia. “Este lugar ofrece justamente eso: un espacio digno, cálido y lleno de oportunidades para nuestros niños”.

Más seguridad, más comunidad
Además de la sala y el área de juegos, el proyecto incluyó la renovación del radier y la nivelación de los accesos, eliminando desniveles y riesgos de caídas que afectaban a los pequeños y sus familias.
El entorno se integró como un verdadero centro educativo y social, donde la comunidad podrá continuar reuniéndose, ahora en un espacio adaptado y más seguro.
Un paso firme hacia la equidad educativa rural
Con esta iniciativa, el municipio de Huara avanza en la normalización de la infraestructura escolar en sus sectores más apartados, garantizando condiciones dignas para la educación inicial.
“Este es un paso más en nuestro compromiso con la infancia y con el desarrollo equitativo de nuestros pueblos rurales”, destacó el alcalde Bartolo Vinaya. “Cada mejora como esta es una señal de esperanza, un recordatorio de que la educación comienza aquí, en los rincones donde el futuro también merece florecer”, añadió.