
En su primera edición, el “Inclusivo Fest” reunió a usuarios y familias de la Oficina Municipal de Discapacidad (OMUDIS) en una jornada marcada por la música, la recreación y la creación de espacios seguros para personas en situación de discapacidad. Autoridades, fundaciones y profesionales recalcaron que el evento no solo celebró el cierre de año, sino que también abrió un nuevo camino hacia una Arica más accesible, humana y consciente.
Arica vibró como no lo hacía hace años. Entre risas, música y una energía que desbordaba el gimnasio municipal, la ciudad marcó un antes y un después al celebrar la primera edición del “Inclusivo Fest”, un encuentro que no nació como una actividad más en la agenda municipal, sino como un gesto político, emocional y profundamente humano: devolverle a cientos de personas en situación de discapacidad un espacio seguro, digno y pensado para ellas.
La tarde ariqueña se llenó de colores, comparsas improvisadas y abrazos que parecían recordarle a la ciudad que la inclusión no es un discurso, sino una práctica diaria. En medio de los globos, los bailes y los aplausos, la sensación era casi cinematográfica: un fin de año que parecía inaugurar otro tipo de Arica, una donde la diversidad no solo se menciona, sino que se celebra.
Una fiesta que nace para reparar una deuda histórica
Desde la Oficina Municipal de Discapacidad (OMUDIS), su encargada, Wanda Claros, observaba el ambiente con una mezcla de orgullo y alivio. No era para menos. Tras meses de trabajo en terreno, talleres, acompañamiento a familias y actividades comunitarias, el equipo había decidido cerrar el año con algo más grande que una ceremonia protocolar.
“Este festival tiene dos propósitos: reconocer a quienes participan activamente con nosotros y regalarles un espacio que realmente sea suyo”, explica Claros mientras saluda a usuarios que bailan al ritmo de un batucada espontánea. “Muchos lugares todavía no cuentan con accesos adecuados o condiciones dignas para acogerlos. Nosotros quisimos cambiar eso, aunque fuera por un día… pero ojalá esto marque un camino permanente”.
El “Inclusivo Fest” no fue solo un acto recreativo. Fue un manifiesto.
Autoridades en terreno: “Estos son los espacios donde hay que estar”
Entre las personas que se sumaron a la celebración estuvo la concejal Susan Vega, presidenta de la comisión de discapacidad y adulto mayor, quien caminó entre los asistentes conversando, escuchando y abrazando a familias que llevan años pidiendo instancias como esta.
“Estamos aquí porque este es el lugar donde hay que estar”, aseguró Vega, mirando cómo un grupo de jóvenes preparaba una coreografía. “La inclusión se construye en terreno, no desde un escritorio. Y este festival demuestra que cuando damos espacios seguros, la gente no solo asiste: florece”.
El entusiasmo era evidente: cuidadores relajados, niños riendo sin miedo, jóvenes disfrutando sin sentir que debían “adaptarse” al resto. Por unas horas, la ciudad se pareció a lo que siempre prometió ser.
“La discapacidad está en el entorno”: el mensaje que remeció el festival
Entre las instituciones invitadas destacó Fundación Impulso, una organización que trabaja diariamente con personas con discapacidad y que celebró la realización del festival como un acto necesario.
Su trabajadora social, Shyela Sánchez, fue categórica: “Esto es vital. En Arica faltan actividades recreativas y culturales accesibles. Hoy, estos chicos ríen, bailan, disfrutan. El problema nunca ha sido ellos… el problema es el entorno”, sentenció.
“Cuando la gente piensa que discapacidad es invalidez, desconoce algo muy simple: ellos son personas funcionales, capaces, completas. Es el entorno el que los limita”, añadió.
Sus palabras resonaron entre los presentes, porque eran una síntesis perfecta de lo que estaba ocurriendo: un espacio donde nadie debía pedir permiso para existir.
Cierre de año, pero apertura de una nueva etapa
El “Inclusivo Fest” marcó el final de un año intenso para OMUDIS, una oficina que ha trabajado silenciosamente, acompañando a cuidadores, articulando redes, realizando talleres, y levantando espacios comunitarios donde antes no los había.
Pero este cierre no tiene olor a despedida: tiene olor a inicio.
Arica presenció el nacimiento de un festival que no solo entretiene, sino que repara, dignifica y visibiliza, un espacio que muchos asistentes pidieron convertir en tradición anual. Una fiesta que dejó una certeza flotando en el aire cálido del norte:
La inclusión no se escribe en documentos, se construye en comunidad. Y Arica, al fin, empezó a hacerlo.







