Durante este inicio de semana llegó una carta desde el Ministerio de las Culturas y el Patrimonio, el cual se trataba del certificado de la Unesco de la inscripción en la Lista de Patrimonio Mundial del “Asentamiento y Momificación artificial de la Cultura Chinchorro en la región de Arica y Parinacota”. Este certificado acredita a las momias de chinchorros como las más antiguas del mundo.
Si bien existen claras diferencias frente a las momias egipcias, que desarrollaron la momificación unos 2.000 años después, demuestran igualmente el avanzado dominio del cuerpo humano por parte de uno de los pueblos más primitivos de los que se tenga registro.
Pero también dan cuenta de una relación particular con sus muertos, en especial con los niños. Los científicos han encontrado decenas de cuerpos de niños momificados, pero también fetos y embriones.
«Hay algo muy excepcional con los niños. Los niños son maravillosamente tratados», explica a la AFP Mariela Santos, encargada de Conservación de los museos de Tarapacá, en la ciudad de Arica, a unos 2.000 km al norte de Santiago.
«Los niños están protegidos. Cuando están en una tumba, están sobre los pechos de las mujeres, están sobre los hombros de las mujeres, como cobijados», agrega esta experta.
En 2005, el antropólogo chileno Bernardo Arriaza, uno de los principales estudiosos de estas momias, lanzó una teoría para explicar la momificación de niños en la cultura chinchorro: la «hipótesis del hidroarsenicismo».
En el área donde habitaron los chinchorros, los niveles de arsénico en el agua eran muy altos, lo que habría causado partos prematuros y una alta mortalidad infantil. Bajo esta premisa, la momificación sería una respuesta emocional de los padres frente al dolor de estas pérdidas.
Uno de los sectores que habitaron fue la caleta Camarones, donde hoy sus habitantes intentan recuperar y mantener viva la cultura de quienes creen fueron sus antepasados.
Distintos tipos de momias
La cultura chinchorro habitó hace más de 7.000 años la costa del norte de Chile y parte del sur de Perú, sobre el desierto de Atacama, el más árido del mundo. Fueron cazadores y pescadores.
Las primeras investigaciones datan de inicios del siglo XX, pero es en la década de 1980 cuando se encuentra uno de los sitios arqueológicos más importantes, en las faldas del cerro Morro de Arica, donde se hallaron unos 100 cuerpos.
Por su antigüedad no ha sido posible extraer el ADN de los cuerpos, lo que dificulta a los científicos conocer más antecedentes de esta cultura, especialmente sus relaciones familiares.