Mientras más de 100 mil trabajadores llegan cada semana a las faenas del norte, cerca de $1,6 billones al año en sueldos salen de la región hacia otras zonas, profundizando el abandono urbano, social y sanitario de Antofagasta.
Antofagasta no duerme. Vibra. Retumba. Explota. Desde sus entrañas sale el cobre que sostiene gran parte de la economía chilena. Cada día, convoyes, faenas, camiones y turnos interminables hacen girar la máquina que alimenta al país, pero mientras Chile avanza, esta región —la joya del norte— se oxida. Y lo hace en silencio. O peor: con resignación.
La región que aporta cerca del 45% del PIB minero nacional vive hoy una paradoja brutal: produce riqueza como ninguna otra, sin embargo carga con los peores indicadores de calidad de vida. Listas de espera médicas que superan los 460 días, un déficit de más de 27 mil viviendas, campamentos que se multiplican como grietas en un muro a punto de colapsar y resultados educativos por debajo del promedio nacional.
Antofagasta ya no es promesa: es advertencia.
El hospital enterrado que se convirtió en metáfora
Bajo toneladas de lastre minero yace el antiguo hospital Roy H. Glover, en Chuquicamata. No es solo un edificio sepultado por el avance de la minería: es un símbolo. Inaugurado en 1961, alguna vez fue el recinto médico más moderno de Sudamérica. Hoy es polvo bajo el mismo suelo que ayudó a enriquecer al país.
Lo que fue orgullo, hoy es recuerdo.
Lo que fue desarrollo, hoy es abandono.
Una región rica… que expulsa su propia riqueza
Cada semana, más de 100 mil trabajadores llegan a la región… pero no viven en ella. Son los “conmutados”: personas que trabajan turnos en faenas mineras, pero mantienen su vida, su familia y su consumo en otras regiones.
El resultado es demoledor:
➡️ Más del 21% de los trabajadores de la región no reside en ella.
➡️ Aproximadamente 1,6 billones de pesos al año salen de Antofagasta en sueldos que se gastan en otras ciudades.
La riqueza pasa… pero no se queda.
Ciudad cara, servicios pobres
Antofagasta es una de las ciudades más caras para vivir en Chile, comparable con sectores altos de Santiago pero sin los beneficios.
Educación:
– Puntajes Simce bajos en lectura y matemáticas.
– Promedio PAES regional: 597 puntos, 15 menos que la Región Metropolitana.
Salud:
– Esperas por especialidades superiores a los 460 días.
– Pocas clínicas con urgencia 24/7.
– Pacientes obligados a viajar a Santiago incluso para exámenes básicos.
Esperanza de vida:
– La más baja del país: 80 años, dos menos que el promedio nacional.
Cáncer:
– Tasa de mortalidad más alta de Chile por tumores malignos: 170 muertes por cada 100 mil habitantes.
Factores probable: contaminación por metales pesados, arsénico en el agua durante décadas y alta prevalencia de tabaquismo.
Vivir bien: casi un lujo imposible
Comprar una casa en Antofagasta dejó de ser un sueño. Hoy es una utopía.
Solo el 10% de la población puede acceder a un crédito hipotecario. El precio del suelo —en manos del propio Estado por décadas— se disparó por políticas de venta al mejor postor. Resultado:
🏚️ El mercado no puede ofrecer viviendas bajo las 3.000 UF.
🏚️ El 90% de la población queda automáticamente fuera.
Y cuando el sistema formal cierra las puertas, la informalidad abre ventanas.
El crecimiento explosivo de los campamentos
En solo una década, los campamentos aumentaron en 700%.
✅ 154 asentamientos activos
✅ 15.800 familias viviendo en condiciones precarias
✅ Cerca del 60% de los habitantes son migrantes
En los cerros de Antofagasta, Franklin —colombiano, trabajador y dirigente— intenta sostener el orden donde el Estado no llega.
“No permitimos drogas ni desorden. Aquí hay niños, familias. Si uno no pone reglas, esto se pierde”, dice.
Muchas de estas familias postulan a proyectos de vivienda social, pero viven en terrenos que nunca podrán ser regularizados por su peligrosidad y falta de urbanización.
Planes de emergencia… con freno de mano puesto
El Plan de Emergencia Habitacional avanza en Antofagasta más lento que en cualquier otra región:
📉 Avance regional: 35,6%
📊 La más rezagada de Chile
¿Por qué?
– Costos de construcción más altos (20% a 30% sobre promedio nacional)
– Lejanía logística
– Escasez de suelo urbano
– Tramitaciones burocráticas lentas
Aunque el gobierno regional ha aportado fondos extra, la brecha sigue creciendo.
Una ciudad sucia, un comercio golpeado
Basura acumulada, microbasurales en el centro, calles sucias. La crisis estalló cuando terminó el contrato de aseo municipal y no hubo reemplazo oportuno.
La Seremi de Salud incluso dio un ultimátum de 48 horas al municipio para limpiar la ciudad.
Comerciantes denuncian:
– Calles abandonadas
– Falta de fiscalización
– Proliferación del comercio ambulante
– Negocios históricos cerrando o transformándose
El centro ya no brilla. Se apaga.
Delitos, miedo y cifras rojas
Aunque algunos delitos bajaron tras la pandemia, la región vivió cifras históricas:
📌 2022: 3.800 denuncias por robos
📌 Tasa de homicidios: 9,7 por cada 100 mil habitantes
Hoy la situación mejora levemente, pero sigue por sobre el promedio nacional.
Royalty minero: riqueza que no regresa
A pesar de producir la mayor parte del cobre chileno, Antofagasta recibe apenas:
– Aproximadamente 5,8% de los fondos redistribuidos del royalty.
– Ocupa solo el noveno lugar nacional en recursos asignados.
Regiones como Metropolitana y La Araucanía reciben más.
El mensaje es claro para muchos habitantes:
“Sacamos todo, recibimos casi nada.”
Un voto de rabia, no de ideología
En la última elección, Franco Parisi obtuvo 137 mil votos en la región, liderando con holgura. Para muchos, fue un voto de protesta contra el centralismo.
No fue amor por un candidato.
Fue cansancio acumulado.
Este próximo proceso electoral enfrenta a Jeannette Jara y José Antonio Kast con un electorado que ya no promete… exige.
El grito que nace desde el norte
Más de 200 líderes locales han firmado llamados públicos exigiendo un nuevo pacto para Antofagasta:
✔️ Mayor inversión pública
✔️ Revisión del uso del suelo
✔️ Compensación real por la extracción minera
✔️ Una mirada de país que no vea a la región solo como una mina
Antofagasta no quiere limosnas.
Quiere dignidad.
