Dulce, crocante, cortado en trozos desiguales y elaborado artesanalmente, el turrón de coco junto al lucumí, una golosina untuosa y suave, de color rojo intenso envuelta en una fina capa blanca de azúcar flor, recorrían Iquique décadas atrás en un carrito, deleitando a niños y adultos con sus sabores característicos, eran los compañeros infaltables en caminatas por el Paseo Cavancha y a la salida de los colegios.
Pero, lentamente fueron desplazados por grandes marcas industriales, por lo que los dulces de antaño durmieron en el recuerdo de quienes los habían probado. Hoy, la confitería artesanal Delicias de Iquique, con el secreto de las recetas de ayer, vuelve a elaborarlos para encantar a las nuevas generaciones con el sabor del pasado.
“Heredamos la receta de nuestra familia y mi hijo, Boris Urrea, la asume con una visión distinta, más global y crea Delicias de Iquique como un emprendimiento, porque se da cuenta de que hay mucha gente en la ciudad que les encantan estos dulces e incluso personas que ya no viven acá los buscan, y esto lo motivó a instalarse con un negocio establecido”, explica Gloria Platero Díaz, una de las dueñas y madre de Boris, quien junto a él y sus hijas Lucía y María Paz crearon la empresa.
La aprobación del público fue inmediata “el negocio tuvo una aceptación total al traer recuerdos de infancia a las antiguas generaciones que hace años atrás eran estudiantes y que ahora son adultos o de la tercera edad y los hijos de ellos son los que llegan a comprar, lo que nos motiva mucho más a querer perfeccionarnos, a buscar nuevos sabores, porque el público busca la innovación”, comenta Gloria Platero.
Consciente de esta necesidad de cambio, incorporaron el turrón de mango, de frutilla y un mix de frutos, a los que se suma el lucumí de mango que ha cautivado a los clientes que llegan a comprar diariamente a la confitería ubicada en calle Thomson 715 o a los distintos puntos de ventas ubicados en la ciudad.
En la actualidad Delicias de Iquique está presente en los aeropuertos de Calama, Antofagasta y Copiapó. Además, para no perder la tradición, “contamos con un carrito ambulante que llevamos a distintos puntos para dar a conocer nuestros productos y contamos con una línea exclusiva para celebraciones con canastas especiales que se entregan a través de nuestro delivery. Además, tenemos una línea de eventos para matrimonios o bautizos, donde a través de un catálogo presentamos degustaciones mini y de acuerdo a la cantidad, las personas determinan qué quieren”, enfatiza Lucía Urrea, quien asevera que continuarán expandiéndose en la región y en el país “porque el cielo es el límite”, concluyó la emprendedora.