El Morro se ha caracterizado en términos sociales y culturales por dos rasgos que definieron su identidad en el pasado y se transformaron en elementos identitarios de interés en el presente. Un rasgo es su composición de clase en la época del salitre y el otro son sus tradiciones y costumbres, que en aquel periodo eran propias de las clases populares y de la comunidad urbana del puerto del salitre. Hoy son memoria viva de aquella época de nuestra historia regional.
La composición de clase de la antigua sociedad urbana del periodo de expansión del salitre reflejó la intensa transformación de la sociedad regional. Las antiguas castas, sujetos y actores del periodo colonial dieron paso a una sociedad definida por el capital, el trabajo y el mercado. Los antiguos mineros argentíferos y hacendados peruanos se transformaron en burgueses, empresarios asociados a las capitalistas que llegaron de Europa y Chile a probar suerte en el sur del Perú, territorios ricos en recursos naturales pero pobres en recursos humanos, capitales e inversión pública.
Este fue especialmente el caso de Tarapacá, durante varias décadas vinculado a Arequipa y posteriormente a Moquegua. Esta elite regional convivió con un creciente sujeto popular de diversa composición y formas de vida. La clase trabajadora en desarrollo, chilena, peruana, boliviana y también de matriz indígena y afrodescendiente. También chinos y europeos pobres que instalaron toda clase de pequeños negocios en el Iquique de antaño, a partir de los cuales labraron fortuna.
Esta compleja sociedad se distribuyó por el espacio urbano según una serie de tendencias y patrones que configuraron socialmente el Iquique de antaño. La principal tendencia fue la segregación social que comenzó en la década de 1870 y se profundizó durante la administración
Las clases populares eran portadoras de barbarie, vicio y enfermedad. Los pobres debían ser civilizados y disciplinados en tanto mano de obra, pero con la debida distancia física y social. La concentración de servicios públicos como luminarias eléctricas, alcantarillado, veredas en condiciones, vigilancia policial, aseo etc.; fue también un factor que profundizo la desigualdad social en tiempos de la denominada cuestión social.
Este proceso de segregación se hizo evidentemente en barrios como La Puntilla y El Colorado, homogéneos en su componente obrero y popular. También fue el caso del vasto sector constituido por el sureste de la ciudad, subdelegación de la Escuela Santa María, donde la vivienda popular convivió con actividades agropecuarias concentradas en las desaparecidas quintas.
La población del Morro quedó comprendida en la subdelegación que Cavancha, que incluía calle Baquedano, parte de Patricio Lynch, la Plaza Prat y el pequeño asentamiento de Península Cavancha, en ese entonces separado de la ciudad propiamente tal. Tal como puede apreciarse, la población de esta subdelegación experimentó un crecimiento importante durante la década de 1880 y 1890, para luego estancarse a inicios del siglo XX y disminuir tras el fin del ciclo de expansión del salitre.
“El Morro”, entre 1895 y 1920, constituyó un distrito censal en particular lo que nos permite cuantificar con cierta exactitud su evolución demográfica en una fracción del periodo salitrero. El contraste entre la evolución demográfica del conjunto provincial revela algunos datos de interés.
Las cifras generales de la ciudad y la provincia de Tarapacá evidencian el incipiente proceso de despoblamiento producto del predominio del salitre sintético alemán. Durante este periodo, Iquique perdió definitivamente su importancia económica en relación a Antofagasta, cuya pampa salitrera conoció otro ciclo de esplendor asociado a la industria Guggenheim sin relación con Tarapacá.
El decrecimiento demográfico de Tarapacá se tornará aún más dramático con la gran crisis mundial de 1930 que terminará definitivamente con la gran mayoría de las oficinas salitreras tarapaqueñas. La población de Tarapacá y de la ciudad de Iquique no volverá a las cifras de 1907 hasta la década de 1980, aun considerando la transitoria incorporación de Arica a Tarapacá. Sin embargo quedaron núcleos populares constituidos en nuestra ciudad que persistieron la crisis salitrera sirviendo, hoy, de puentes histórico viviente con etapas formativas de nuestra ciudad.