
Cuatro establecimientos de la región dieron vida a esculturas inspiradas en Huantajaya, los geoglifos del Cerro Isla y la Cuesta del Toro, inauguradas en un espacio que rinde homenaje al pasado local.
En Alto Hospicio, donde el viento levanta historias y el desierto parece guardar secretos bajo cada grano de arena, ocurrió algo que descolocó incluso a los más incrédulos: el metal reciclado —polvo, fierro, restos de otros mundos— cobró vida. Y lo hizo en pleno corazón del Parque Los Cóndores, allí donde hasta hace poco solo había tierra, juegos y silencio. Así nació el Parque de las Esculturas 2025, un espacio que no solo se inauguró: irrumpió.
La mañana se abría paso con un sol que parecía brillar más fuerte a propósito, como si también quisiera ver el espectáculo. Bajo ese cielo sin nubes, estudiantes, autoridades, voluntarios y curiosos comenzaron a rodear las figuras que ahora se alzan como guardianes metálicos de la identidad hospiciana.
El alcalde Patricio Ferreira, rodeado de flashes, vecinos y una expectación casi eléctrica, no tardó en poner el momento en perspectiva: —Esto no es un parque más. Es la memoria de nuestro territorio hecha por manos jóvenes que creen en este lugar —declaró, mientras señalaba las piezas gigantes que destellaban bajo el sol.
Y tenía razón. Porque lo que se erigió en este rincón del Parque Los Cóndores no fue un simple conjunto decorativo: fue un acto de rebeldía cultural. Un recordatorio de que Alto Hospicio no es un punto en el mapa, sino un territorio con espíritu propio.
La revolución del fierro escolar
La encargada del Departamento de Turismo y Patrimonio, Patricia Fuentes, relató casi con orgullo conspirativo la gestación de este proyecto que mobilizó a cuatro establecimientos de Iquique y Alto Hospicio: el Liceo Luis Cruz Martínez, el Politécnico A-9 José Gutiérrez de la Fuente, el Liceo Nirvana y el Colegio Marista Hermano Fernando. Ellos, junto a docentes y con el apoyo técnico de la empresa Rec-Metal, convirtieron materiales reciclados —que alguna vez fueron ruedas, planchas, engranajes, vigas olvidadas— en arte puro.
Fueron semanas de chispas, golpes de martillo, soldaduras ardientes y alumnos con overoles manchados que, sin saberlo, estaban fundiendo una parte de la historia local.



Esculturas que cuentan lo que los libros callan
Las obras que ahora habitan el parque no son caprichos estéticos: son símbolos.
Allí está Huantajaya, con su memoria minera que se niega a desaparecer.
Están los Tillandsiales, como fantasmas vegetales del desierto.
Los Geoglifos del Cerro Isla, recordando que antes de la modernidad ya había quienes dibujaban en la tierra.
Y la Cuesta del Toro, imponente, casi desafiante, como testigo del tránsito y la vida que sube y baja en el altiplano costero.
Todas son piezas que mezclan historia, territorio y una estética áspera y hermosa, tan salvaje como el viento que golpea la pampa.
Una fiesta cultural bajo el sol del norte
A la inauguración llegaron también la consejera regional Anally Ferreira y el concejal José Luis Astorga, acompañados por la Brigada de Voluntarios por la Cultura, Turismo y Patrimonio, quienes parecían custodios naturales de este recién nacido museo al aire libre.
Fueron los estudiantes quienes se robaron la escena. Chicos y chicas del Kronos School, del Liceo Bicentenario Minero Su Santidad Juan Pablo II y del Liceo Bicentenario William Taylor desplegaron presentaciones artísticas que hicieron vibrar a los presentes.
Al final, recibieron un galvano, aunque todos sabían que el verdadero premio lo habían moldeado ellos mismos: una obra que quedará para siempre.
Un parque que late, un territorio que despierta
Mientras el sol comenzaba a caer, las esculturas proyectaban sombras largas, casi humanas. Como si vigilaran, como si respiraran. Como si contaran, en silencio, lo que tantos han olvidado.
El Parque de las Esculturas 2025 no es solo un nuevo atractivo cultural: es un manifiesto.
Un recordatorio de que Alto Hospicio tiene voz, memoria y talento.
Y que, a veces, el arte no nace en galerías, sino en talleres escolares donde el metal quemado y las manos jóvenes se combinan para desafiar al desierto.







