
Con una década de tradición solidaria, funcionarios y funcionarias de la Dirección Regional de Aduanas llevaron la Navidad hasta el Liceo Técnico Profesional de Colchane, donde 83 niños y niñas de prekínder a cuarto básico recibieron regalos, alegría y un momento de encuentro humano en una de las comunas más extremas del país.
En Colchane, donde el viento corta la piel y la frontera marca el pulso cotidiano, la Navidad no llega envuelta en luces comerciales ni vitrinas repletas. Llega en silencio, por caminos largos, de madrugada, cargada en cajas, sacos y sonrisas. Llega con botas polvorientas, uniformes oficiales y un personaje que, por unas horas, cambia el rigor del control fronterizo por la magia de un gorro rojo y una barba blanca.
Así ocurrió una vez más en el Liceo Técnico Profesional de Colchane, donde el “Pascuero Aduanero” hizo su esperada aparición para encontrarse con 83 niños y niñas desde prekínder hasta cuarto básico. El aula se transformó en escenario, la rutina escolar en fiesta y la sorpresa en protagonista absoluta. Los ojos abiertos, las risas espontáneas y los abrazos tímidos marcaron una jornada que, para muchos, quedará grabada como uno de los momentos más luminosos del año.
Esta tradición solidaria no nació por azar. Detrás del traje navideño hay una década de compromiso impulsado por las funcionarias María Cecilia Morales González e Inger Andrea Muhlhauser Bustamante, quienes desde hace diez años movilizan a sus compañeros y compañeras de la Dirección Regional de Aduanas para convertir la Navidad en un acto concreto, tangible y profundamente humano en esta comuna altiplánica.

La logística no es simple. Los regalos no aparecen por arte de magia: se recolectan con aportes voluntarios, se clasifican, se trasladan por rutas exigentes y se entregan gracias a un engranaje silencioso de cooperación. En esta ocasión, como ya es tradición, el equipo que cumple turno de madrugada en la avanzada fronteriza asumió la misión completa: desde el transporte hasta el encuentro directo con los estudiantes.
“Por un momento dejamos de ser funcionarios y nos convertimos en ayudantes del Viejo Pascuero”, comentó emocionada María Cecilia Morales, quien destacó el respaldo constante de la Dirección Regional y la generosidad de cada colega que aporta regalos y dulces. “No es solo entregar un obsequio; es compartir, escuchar, reírnos con ellos y hacerlos sentir importantes”, agregó.
El operativo solidario contó además con el apoyo clave de los coordinadores del Complejo Fronterizo y de Carabineros de Chile, quienes facilitaron el traslado del personal y de los presentes. Una cadena de voluntades que demuestra que, incluso en los puntos más extremos del país, el trabajo colaborativo puede abrir espacio a la ternura.
En Colchane, la Navidad no se mide en cifras ni discursos. Se mide en la cara de un niño que recibe su primer regalo, en la sorpresa de una niña que cree —aunque sea por un rato— que la magia existe. Y en la convicción de que, cuando las instituciones se acercan a las personas, la frontera más difícil de cruzar deja de ser geográfica y se convierte en una frontera de esperanza superada.







