
El Tribunal Calificador de Elecciones publicó los resultados oficiales de la primera vuelta del 16 de noviembre, confirmando que Jeannette Jara lideró la jornada con 3.483.490 votos (26,85%), y que José Antonio Kast se adjudicó el segundo lugar, sellando así el enfrentamiento definitivo del 14 de diciembre. El documento del Tricel valida cada acta, despeja dudas sobre el recuento y fija el nuevo mapa político rumbo al balotaje.
La mañana amaneció fría, casi silenciosa, como si el país contuviera el aliento. A las 9:07, las puertas del Tribunal Calificador de Elecciones (Tricel) se abrieron con la solemnidad de un templo republicano. Papeles sellados, carpetas numeradas y un puñado de funcionarios que, sin prisa pero sin titubeos, revelaron lo que ya se sabía a medias, lo que se murmuraba en pasillos políticos y cafés de oficinas:
Chile ya tiene oficialmente definido su enfrentamiento presidencial.
En un documento que más que informe parecía sentencia, el Tricel confirmó el mapa exacto de la primera vuelta del 16 de noviembre. Nada de proyecciones, nada de escrutinios preliminares: esta vez era el resultado definitivo, el que se inscribe en los libros y marca la historia.
La gran protagonista del anuncio: Jeannette Jara, quien se consolidó como la candidata más votada, acumulando 3.483.490 votos, un 26,85% que la dejó en lo más alto del podio electoral. Afuera, en redes sociales y sedes partidarias, las cifras volvieron a poner en marcha las máquinas de cálculo político, los análisis de pasillo y los discursos cuidadosamente empaquetados para esta clase de días.
Al otro lado del escenario, como co-protagonista inevitable, quedó José Antonio Kast, sellando también su paso al balotaje del 14 de diciembre. No hubo sorpresas dramáticas, pero sí la confirmación de un país dividido entre proyectos, estilos y visiones que ahora chocarán de frente.
Dentro del Tricel, los ministros repasaron línea por línea las actas oficiales. Afuera, en las calles, la noticia corrió con velocidad de rumor viejo: todos sabían que estos resultados venían, pero hoy dejaron de ser una posibilidad para convertirse en papel timbrado.
La validación final también despejó cualquier margen de duda sobre el desempeño de las demás candidaturas. Algunas quedaron al borde del umbral psicológico, otras desaparecieron sin mucho ruido, víctimas del voto útil y de campañas que no lograron encender ninguna chispa masiva.
Mientras tanto, el país empieza a virar la cabeza hacia lo que viene: un balotaje que se anticipa áspero, frontal y decisivo, probablemente uno de los más observados desde el retorno a la democracia. Los comandos ya afilan discursos, reorganizan equipos y preparan el territorio para la batalla final de este 2025 político que pocos olvidarán.
Para el Tricel, en cambio, el día fue uno más dentro de su calendario institucional. Para Chile, no. La entrega de estos resultados cerró una etapa y abrió otra: la campaña que definirá quién gobernará los próximos cuatro años.
Con el documento ya publicado, no quedan dudas ni interpretaciones: el país habló, el Tricel lo certificó, y ahora comienza la cuenta regresiva.







