La caída histórica de la vacunación en Argentina reactivó enfermedades que se creían controladas y encendió las alarmas en Chile. Ante el brote de sarampión y el avance de otros contagios, el Ejecutivo activó una alerta epidemiológica y exigió a la población retomar la vacunación para blindar al país.
La noticia llegó como un golpe sordo a primera hora del lunes, cuando los equipos del Ministerio de Salud afinaban sus reportes semanales: del otro lado de la cordillera, donde durante décadas la vacunación fue un ejemplo regional, las coberturas se habían desplomado a niveles que nadie creyó posibles. En Argentina, menos de la mitad de la población infantil y adolescente estaba recibiendo las vacunas básicas, y el sarampión —esa vieja sombra que parecía enterrada en los libros de historia— volvía a tomar fuerza.
En La Moneda, la respuesta fue inmediata. Entre pasillos, carpetas y cifras preocupantes, la vocera de Gobierno Camila Vallejo salió a confirmar lo inevitable: Chile entraba en alerta epidemiológica.
Un vecino vulnerable y un virus que no respeta fronteras
La escena en Argentina encendió todas las alarmas.
En 2015, sus esquemas de vacunación superaban con holgura el 90%. Hoy, muchos índices caen por debajo del 50%. La triple viral —la barrera esencial contra sarampión, paperas y rubéola— ronda el 46%. El refuerzo de polio, apenas el 47%. Otras inmunizaciones retroceden a niveles de hace décadas.
Mientras los especialistas advertían de brotes incipientes, el registro de casos sospechosos de sarampión crecía y la estadística dejaba de ser una advertencia para convertirse en amenaza concreta. Familias sin vacunación circulando por varias regiones argentinas, rutas provinciales con pasajeros expuestos, niños vulnerables, transporte público transformado en corredor viral.
Todo eso, a pocos kilómetros del territorio chileno.
La reacción chilena: vigilancia reforzada y una campaña que vuelve a tomar fuerza
Vallejo no titubeó al plantearlo: “Nuestro deber es impedir que el sarampión entre al país”, dijo desde el Palacio, flanqueada por la ministra de Salud, Ximena Aguilera.
La alerta epidemiológica activada implica vigilancia intensificada en pasos fronterizos, monitoreo clínico ampliado, protocolos especiales para centros asistenciales y una ofensiva comunicacional para que ningún chileno olvide lo esencial: vacunarse sigue siendo la herramienta más poderosa para frenar enfermedades que creíamos extintas.
El Gobierno ordenó reforzar el sistema de notificación en tiempo real y reimpulsar las campañas que buscan completar esquemas atrasados, especialmente en niños, adolescentes y viajeros.
El fantasma de la desinformación
Pero la alerta no solo apunta al virus.
Vallejo disparó un mensaje directo a la otra amenaza que crece en silencio: el movimiento antivacunas.
“Hay discursos que circulan, incluso impulsados por autoridades en el extranjero, que siembran dudas, miedo y teorías sin sustento. Eso tiene consecuencias. Reales. En la vida de las personas”, advirtió, subrayando que la caída de las coberturas no ocurre por accidente, sino por un clima de desconfianza que ha permeado parte de la región.
Chile teme que ese ambiente llegue a su territorio y resquebraje una tradición sólida de inmunización que ha protegido a generaciones completas.
La situación trasandina: un retroceso sanitario en plena velocidad
Mientras Chile se fortalece, Argentina enfrenta su propio laberinto epidemiológico:
- 35 casos confirmados de sarampión hasta noviembre.
- Brotes dispersos en varias provincias.
- Una alerta que involucra a pasajeros de buses interurbanos expuestos a contagios.
- Un brote crítico de coqueluche con más de 500 casos y cinco fallecidos.
- Tuberculosis al alza, con un incremento de 65% en cinco años.
La Sociedad Argentina de Pediatría habla de un “escenario frágil” y advierte que el retroceso en la vacunación podría abrir la puerta al regreso de enfermedades que ya no formaban parte de la vida cotidiana.
Y la OMS, por su parte, ha señalado que el mundo está viviendo un regreso global del sarampión, una enfermedad que reaparece en países donde nunca debió volver.
El mensaje final: Chile no quiere repetir la historia
Con la cordillera como frontera, pero con un virus que no la respeta, Chile busca adelantarse al golpe. La alerta epidemiológica no es un gesto simbólico: es un muro sanitario que intenta levantarse antes de que la curva de contagios se vuelva noticia.
El llamado del Gobierno es tan directo como urgente:
Vacunarse no es una opción ideológica.
Es un acto de protección colectiva.
Y hoy, más que nunca, un deber sanitario.
La historia reciente de Argentina es una advertencia viviente: cuando las vacunas retroceden, los virus avanzan.
