
A pesar de las denuncias y los riesgos viales, el MOP aclaró que los hoyos del complejo El Loa permanecerán como están, pues sólo serán corregidos cuando comience la construcción del nuevo complejo aduanero, una obra mayor que aún no inicia su fase de ejecución.
En la frontera donde el viento corta la piel y la altura dobla las rodillas, hay una verdad que el Ministerio de Obras Públicas (MOP) ya no puede ocultar: los hoyos del Complejo Aduanero El Loa se quedarán ahí. No habrá parche, no habrá bacheo, no habrá milagro. Seguirán abiertos, esperando, como una herida que sólo sanará cuando se construya el nuevo complejo.
Esa fue la frase —seca, directa, sin maquillaje— que dejó caer el seremi del MOP Tarapacá, Juan Papic, casi como quien admite un secreto que ya no puede seguir escondiendo bajo la alfombra del altiplano.
Un camino donde el tiempo no ha pasado
Hace dos años, el propio seremi fue hasta El Loa. Con su equipo midió hueco por hueco, tomó notas, observó el daño, el desgaste, el riesgo. Promesas de intervención, compromisos, fotografías. Dos años después, los mismos hoyos siguen ahí. Los mismos. No uno menos.
Las preguntas son entonces, – ¿Y por qué no los tapan ahora?, ¿Por qué no poner aunque sea un parche?
La respuesta cae como una sentencia:
—Eso no va a pasar.
Porque El Loa —explica— está inserto en una intervención mayor, asociada a las obras de la Ruta 1, al rediseño completo del sector y a la construcción del nuevo complejo aduanero.
Y mientras esa obra no parta plenamente, el pavimento seguirá siendo un recordatorio físico de la espera.
«Estamos decididos a resolver toda la problemática del sector», insiste el seremi.
Pero subraya algo que deja helado:
la solución definitiva llegará únicamente con la obra nueva.
No antes.
Una obra gigante que todavía no empieza a tapar lo que todos ven
El nuevo complejo aduanero del Loa —dice el seremi— ya está en proceso de licitación.
El proyecto será integral: complejo, ruta, mejoramientos, intervención completa del entorno.
El sueño es grande; la realidad, más lenta.
Porque, aunque la licitación comenzó el 16 de octubre, las obras aún no arrancan.
Y cuando lo hagan, no serán semanas. No serán meses. Serán años.
Y entonces se vuelve a preguntar, con la incredulidad de quien ya conoce la respuesta:
—¿O sea que durante dos o tres años más nos vamos a seguir cayendo en el mismo hoyo?
El seremi respira.
—Estamos a días, a meses de comenzar —dice—. Espero que antes del verano tengamos solucionado ese sector… Pero la verdadera solución viene con la construcción del nuevo complejo.
Entre líneas, la frase es más clara que el cielo seco del altiplano:
El pavimento no será intervenido de manera aislada. No habrá reparación transitoria. Lo que existe hoy, seguirá igual.
Los hoyos como símbolo de espera
En el relato técnico del seremi hay números: 420 días de ejecución para la obra general, más de 11 mil millones comprometidos, fases, estados de pago, inspectores fiscales, avances entre el 10 y 15%.
Pero sobre el terreno, hay otra matemática, mucho más simple:
- Dos años sin tapar un solo hoyo.
- Tres años más del mismo paisaje, si las obras avanzan sin contratiempos.
- Un tramo de pavimento que parece más un campo minado que un camino fronterizo.
El Loa, ese paso estratégico que conecta regiones, tráfico pesado y movimiento internacional, quedará así… hasta que el nuevo complejo exista.
La frase que marcará el verano
Quizás la declaración más sincera del seremi es la más breve:
—Yo espero que lo antes posible resolvamos ese problema.
Pero inmediatamente, agrega lo inevitable:
—La obra completa es la que lo corrige.
Y en esa frase queda sellado el destino del pavimento: la reparación que podría ser rápida no ocurrirá,
porque el diseño mayor exige esperar la construcción total.
Mientras tanto, los vehículos seguirán esquivando cráteres.
Los funcionarios seguirán mirando al suelo con resignación.
Los turistas seguirán preguntando si el camino es realmente parte del control fronterizo o un tramo abandonado.
Y la frase seguirá resonando en las radios, en las redes y en los grupos de WhatsApp del norte: “Los hoyos van a seguir ahí… hasta que se construya el nuevo complejo aduanero El Loa.”
Una verdad dura, pero al fin revelada.







