
El exgerente Patricio Farfán fue removido luego de que una indagatoria disciplinaria revelara que habría movido piezas internas para contratar a su pareja, desplazando a funcionarios con años de trayectoria y presionando a jefaturas que se negaron. El caso detonó un proceso exprés encabezado por el exfiscal Gajardo y culminó con tres desvinculaciones.
Por semanas, en los pasillos silenciosos y altamente blindados de ENAP Refinerías S.A. se escuchó un rumor incómodo, un susurro que fue creciendo hasta convertirse en un estruendo institucional: el amor —mal entendido y peor ejecutado— había dinamitado la carrera de uno de los hombres más poderosos de la estatal petrolera.
Patricio Farfán Bórquez, gerente general de ENAP Refinerías, con un sueldo líquido cercano a los $17 millones, cayó de la cúpula en octubre pasado, no por una mala decisión técnica ni un accidente operativo… sino por algo mucho más humano: haber maniobrado para contratar a su propia pareja en un cargo directo bajo su línea de mando.
Y lo que parecía un simple “favorcito” terminó desencadenando un terremoto interno, despidos en cadena, un sumario relámpago y la intervención del exfiscal más temido del país: Carlos Gajardo.
LA TRAMA DEL ESCÁNDALO: UN CARGO, UNA PAREJA Y DOS CAÍDOS
El caso, revelado por Radio Biobío y confirmado por distintas fuentes sindicales, describe una maniobra quirúrgica que comienza con un “cupito” liberado a la fuerza.
Para abrir el puesto donde trabajaría Alejandra Ternicien Soto, pareja de Farfán, se removió a un funcionario con 15 años de experiencia en la División de Comunidades de Refinería Aconcagua.
Pero la operación tuvo un segundo obstáculo: el gerente local de la planta de Concón, Jorge Santander Jara, se negó rotundamente a ejecutar la contratación.
La frase que habría marcado su destino voló rápidamente por la estatal: “¿Cómo voy a poner a su polola?”
Aquella negativa, cuentan testigos, fue un acto de dignidad… y una sentencia.
El 2 de julio, Santander fue despedido oficialmente por un supuesto “desalineamiento”.
La jugada estaba hecha.
El cupo estaba vacío.
El único obstáculo había sido removido.
EL CONCURSO “RELOADED”: CAMBIOS, AUMENTO DE SUELDO Y LA MISMA GANADORA
ENAP abrió un concurso público para llenar la vacante. No resultó.
Fue declarado desierto.
Muy pronto se abrió un segundo proceso: con cambios en el perfil, nuevas responsabilidades y mejor remuneración. ¿El resultado? Esta vez, la seleccionada fue justamente la pareja del gerente general.
El ruido interno fue ensordecedor. Sindicatos, funcionarios y asesores hablaron de “intervención indebida”, “conflicto de interés” y “falta grave a la probidad”. Y lo más grave: ninguno de los involucrados habría declarado su vínculo afectivo, pese a que las bases lo exigían.
EL EXPLOSIVO SUMARIO: GAJARDO ENTRA EN ESCENA
Con el escándalo desatado, la empresa tomó una decisión poco habitual: contratar al exfiscal Carlos Gajardo, figura reconocida por destapar casos de corrupción de alto calibre.
Lo que siguió fue un sumario exprés, de menos de dos semanas, descrito como “expedito, riguroso y absolutamente reservado”.
El resultado fue lapidario: Farfán incurrió en faltas a la probidad y debía ser destituido de manera inmediata.
El 13 de octubre, ENAP ejecutó la recomendación sin titubear.
Farfán salió por la puerta pequeña.
Ternicien, también.
LA VOZ DE ENAP: “ESTO NO LO TOLERAMOS”
La estatal, consultada por distintos medios, emitió un mensaje categórico:
“El Directorio y la administración mantienen un compromiso incuestionable con la ética y la probidad. Todos los trabajadores deben responder a los más altos estándares”.
Agregaron que la desvinculación fue producto de una investigación “rigurosa, expedita y reservada”.
Lo que no aclararon —porque sigue bajo llave— es cuánto costó el servicio del exfiscal Gajardo ni los detalles internos del proceso.
UNA HISTORIA QUE AÚN NO TERMINA
Farfán y Ternicien —quienes, en un giro digno de teleserie corporativa, se casaron el 1 de septiembre, semanas antes de ser despedidos— guardaron silencio.
Planean acciones legales.
ENAP resguarda documentos.
Los sindicatos presionan por más transparencia.
Lo único cierto es que una cadena de decisiones personales terminó golpeando la fibra ética de una de las empresas más estratégicas del Estado.
Y que, en esta historia, el amor no fue un motor… sino un combustible derramado que prendió fuego a una carrera de alto nivel.







