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DEMUELEN EX ESCUELA ESPECIAL URICHE TRAS AÑOS DE DENUNCIAS POR DELITOS, BASURA Y OCUPACIÓN IRREGULAR

La Municipalidad de Alto Hospicio inició la demolición del ex Escuela Especial Uriche, estructura abandonada que por años funcionó como foco de delitos, basura y ocupación irregular. Antes del operativo, se evacuó a 15 personas en situación de calle y se procedió al retiro de escombros y residuos. La medida, instruida por el alcalde Patricio Ferreira y respaldada por el Concejo Municipal, busca recuperar el espacio, reducir riesgos y mejorar la seguridad de los vecinos.

Durante años, la ex Escuela Especial Uriche fue una ruina que respiraba peligro. Entre muros grafiteados, ventanas rotas y pasillos tomados por la oscuridad, el recinto abandonado se convirtió —sin que nadie lo planeara— en el epicentro de peleas nocturnas, ruidos, fogatas improvisadas, acumulación de basura y delitos que inquietaron a generaciones completas de vecinos del sector de avenida Los Cóndores, sin embargo, el pasado lunes, la escena cambió para siempre: retroexcavadoras, cascos amarillos y patrullas municipales llegaron para derribar, pieza por pieza, uno de los puntos más conflictivos de Alto Hospicio.

La orden llegó directamente desde el alcalde Patricio Ferreira, quien instruyó la demolición definitiva del inmueble, argumentando que, “no era un edificio en abandono; era un riesgo vivo”. Y así, mientras la maquinaria pesada avanzaba sobre lo que alguna vez fue una escuela, la comunidad observaba cómo se cerraba uno de los capítulos más oscuros de la zona.

Una ruina que ya no daba más

Vecinos y dirigentes del sector lo dijeron sin rodeos:
—“Era un infierno de noche”.

Quienes viven en las cuadras cercanas describían al ex Uriche como un “laberinto sin ley”, un lugar donde desconocidos entraban a diario para consumir drogas, pelear, encender fogatas, esconder especies robadas o simplemente dormir entre escombros. La mezcla entre abandono y noche siempre fue explosiva.

“Ya no podíamos soportar los ruidos ni los delitos. Cada tarde esperábamos que algo terrible pudiera pasar”, relataron los residentes, agradeciendo que el municipio finalmente actuara.

La noche previa: un desalojo silencioso

La demolición no fue un acto improvisado.
Durante la noche del 17 de noviembre, personal de Seguridad Ciudadana ingresó al recinto y retiró —uno a uno— a quienes pernoctaban dentro. Se contabilizaron 15 personas en situación de calle. Muchos de ellos, según personal municipal, permanecían en el lugar desde hacía meses.

Solo cuando se verificó que no quedaban personas en riesgo, se dio la orden final: comenzar a botar el edificio al amanecer.

Las paredes que por años dieron miedo, volvieron a caer

A primera hora del martes, las máquinas avanzaron sobre el recinto. Las planchas crujieron, los pilares cedieron, y los muros que habían resistido décadas de uso y abandono finalmente colapsaron entre nubes de polvo.

La Dirección de Obras Municipales supervisó el proceso, mientras Seguridad Pública mantenía el perímetro protegido. El objetivo era claro: cerrar por completo un foco de contaminación, delincuencia e inseguridad que afectaba directamente la calidad de vida del sector.

“Este es un paso gigante para Alto Hospicio”, afirmó Jorge Carrasco, director de Seguridad Pública. “Llevábamos años recibiendo denuncias de vecinos que temían transitar por aquí incluso de día. Con esta demolición, se elimina un punto crítico y se devuelve algo tan básico como la tranquilidad”.

Un barrio que vuelve a respirar

La intervención fue celebrada por la comunidad, que observó cómo con cada golpe de la maquinaria se removían no solo escombros, sino también años de miedo e incertidumbre. Muchos vecinos destacaron que, con la demolición, finalmente dejarán de escuchar peleas nocturnas, gritos y ruidos provenientes del recinto. Ya no existirán rincones oscuros donde desconocidos se ocultaban. Tampoco seguirán soportando los olores por la basura acumulada en el interior.

“Pensamos que esta demolición nunca iba a llegar. Hoy sentimos que se nos devuelve un poco de dignidad como barrio”, señalaron dirigentes vecinales.

¿Qué viene ahora?

El terreno quedará limpio en los próximos días, pero su destino futuro no depende del municipio, sino de sus propietarios, quienes deberán definir cómo será utilizado, conforme a disposiciones judiciales.

Lo que sí está claro es que el ex Uriche ya no será una sombra en el barrio ni un recordatorio de abandono. Hoy, lo que queda es un espacio abierto listo para ser resignificado.

Un plan mayor en marcha

La demolición forma parte del programa de recuperación de espacios impulsado por el alcalde Patricio Ferreira y respaldado por el Concejo Municipal, el que busca eliminar focos de riesgo, mejorar la seguridad territorial y devolver espacios públicos a las familias de Alto Hospicio.

En paralelo, se confirmó que la sede social Katherine Arce ya se encuentra en proceso administrativo para convertirse en la próxima demolición del mismo plan.

Hoy cayó un edificio.
Pero para los vecinos, cayó algo mucho más importante: el miedo.

Belén Pavez G., Periodista y Locutora. Licenciada en Comunicación Social. Productora general y Directora de prensa en Vilas Radio. Música y Cat lover.

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