
El fin de semana cayó sobre Tarapacá con un cielo quieto, casi engañoso. Mientras muchos se preparaban para una jornada marcada por las elecciones, en las calles se tejía otra historia: una operación policial que avanzaba como una sombra larga, firme y silenciosa. Cuando el domingo llegó a su fin, el balance reveló una cifra que retrató el verdadero pulso de la región: 93 personas detenidas, un número que, más que estadística, parecía un retrato crudo del movimiento oculto que ocurre cuando la ciudad deja de mirar.
Los prófugos que volvieron a la luz
Más de la mitad de los detenidos —55%— eran personas que se mantenían al margen de la justicia, algunos desde hacía meses, otros desde hacía años.
Los buscaban y los encontraron.
Uno a uno fueron cayendo en controles, fiscalizaciones y patrullajes que se intensificaron a lo largo de todo el territorio. Todos fueron puestos a disposición de los tribunales, cerrando capítulos pendientes que parecían haberse congelado en el tiempo.
La ruta del contrabando y la huella de las armas
Mientras los uniformados avanzaban por la región, los decomisos se fueron acumulando sobre las mesas de evidencia: cinco armas blancas, tres armas a fogueo, una bengala, diversas dosificaciones de droga y mercancías de contrabando que viajaban en maleteros, mochilas o cajas que intentaban pasar desapercibidas.
En los cuarteles, las imágenes se repetían: cuchillos afilados, réplicas que podían engañar en la oscuridad y paquetes sellados que escondían otro tráfico más silencioso.


Los números que revelan la magnitud
Para algunos, el movimiento policial parecía discreto. Para otros, era evidente. Pero los números contaron la verdadera dimensión del operativo:
- 1.148 fiscalizaciones preventivas en total
- 814 controles vehiculares
- 334 controles de identidad a personas
- 124 infracciones al tránsito
Una red de supervisión que funcionó de forma paralela a los servicios reforzados por el proceso electoral.
Las elecciones no frenaron la vigilancia
Mientras el país tenía la mirada puesta en las urnas, Carabineros mantuvo una doble tarea: proteger el desarrollo del proceso democrático y, al mismo tiempo, sostener los servicios preventivos habituales que recorren cada rincón de Tarapacá.
Fue, según el teniente Jean Gamarra, jefe de la oficina de operaciones, una faena que exigió presencia total:
“No dejamos de lado nuestras funciones regulares. La misión era clara: asegurar la tranquilidad de la ciudadanía, aun con el despliegue extra de las elecciones. La prevención no se detiene”.
Y no se detuvo.
Un fin de semana de controles, capturas y presencia policial
Cuando las estadísticas fueron puestas sobre la mesa, la historia completa del fin de semana quedó al descubierto: Tarapacá vivió dos días intensos, marcados por las votaciones, sí, pero también por una operación policial que se extendió desde sectores urbanos hasta zonas más alejadas, con equipos trabajando de día y de noche.
El resultado fue una región más vigilada, más controlada y con 93 detenidos que dejaron claro que, incluso cuando todo parece concentrado en la política, las calles siguen contando sus propias historias.







