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ECUADOR AL FILO: COMIENZA EL REFERÉNDUM QUE PODRÍA REESCRIBIR EL PAÍS ENTRE AMENAZAS, MIEDO Y MILITARES

Ecuador abrió 4.463 centros de votación para que 13,9 millones de ciudadanos respondan a cuatro preguntas clave: permitir bases militares extranjeras, reducir la Asamblea de 151 a 73 escaños, eliminar el financiamiento estatal a partidos y convocar una Asamblea Constituyente para redactar una nueva Constitución, en medio de la mayor crisis de seguridad de su historia.

Apenas despuntó la luz en Quito, un murmullo ancho comenzó a recorrer las calles empinadas como un presagio. No eran los buses, ni el comercio que despierta con la prisa del domingo: era el eco de un país de 14 millones de votantes insinuando su decisión en voz baja, como si temieran que la violencia —esa sombra que desde hace años se sienta a la mesa de cada familia ecuatoriana— escuchara.

A las 7:00 en punto, se abrieron las puertas de los 4.463 centros de votación, desplegados en un territorio que hoy se siente más fracturado que nunca. Comenzó así el referéndum más determinante en décadas, una consulta que no solo busca modificar artículos constitucionales: pretende redefinir el rumbo de una nación sitiada por el crimen organizado y poner a prueba la popularidad —y audacia— del presidente Daniel Noboa.

Un país votando bajo estado de alerta

Las filas aparecieron temprano, largas, silenciosas, observadas por militares apostados en esquinas, pasillos y accesos. No se trataba de un despliegue simbólico: Ecuador cerró el último año con una cifra que lo estremeció hasta los huesos —39 homicidios por cada 100.000 habitantes, la tasa más alta de toda Latinoamérica—, una estadística que convirtió la jornada en un ejercicio democrático vigilado y casi de resistencia.

Mientras los ciudadanos entregaban su cédula y avanzaban entre biombos, el temblor político crecía. Este no era un plebiscito común. Era una interrogación abierta a un país que se encuentra simultáneamente al borde del miedo, del hartazgo y de la posibilidad de un giro radical.

Cuatro preguntas, un futuro en disputa

El papel que recibían los votantes contenía cuatro enunciados, pero cada uno pesaba como un capítulo entero de la historia nacional:

  1. ¿Permitir bases militares extranjeras en Ecuador?
    Una pregunta prohibida desde 2008, y que hoy vuelve como respuesta al desborde del narcotráfico.
  2. ¿Eliminar el financiamiento estatal a los partidos políticos?
    Un golpe directo al corazón del sistema partidario.
  3. ¿Reducir la Asamblea de 151 a 73 asambleístas?
    Una reingeniería del poder legislativo que reconfiguraría alianzas, territorios y cuotas de poder.
  4. ¿Instalar una Asamblea Constituyente para redactar una nueva Constitución?
    La propuesta más ambiciosa —o más riesgosa— del abanico, según a quién se escuche.

Las papeletas se respondían con un simple o No, pero la simplicidad terminaba ahí. Lo que estaba en juego era una reescritura profunda del país.

El exterior también vota: medio millón decide desde fuera

Mientras en Guayaquil el sol caía vertical sobre los votantes, en Nueva York, Madrid y Roma comenzaban también las filas de los 470.000 ecuatorianos inscritos en el extranjero, quienes desde sus propios exilios voluntarios o forzados se sumaban a la determinación del futuro nacional.

Un presidente en terreno minado

Daniel Noboa —reelegido en abril y con mandato hasta 2029— no ocultó en ningún momento que este referéndum era su apuesta política más arriesgada. Sus críticos lo acusan de avanzar hacia un poder excesivo; sus partidarios, de intentar salvar al país de la violencia.

Para Noboa, la Constitución del 2008 —creada bajo el liderazgo de Rafael Correa— quedó obsoleta ante la magnitud del crimen organizado. Para otros, este proceso abre la puerta a un rediseño institucional incierto.

Diez horas para decidirlo todo

El reloj comenzó a correr desde temprano. Los centros cerrarán a las 17:00 hora local, y de inmediato arrancará un escrutinio que promete una tensión nacional que se extenderá hasta la noche.

Lo que Ecuador despierte mañana podría no parecerse al país que eligió hace apenas unos años. Podría ser un territorio dispuesto a recibir fuerzas extranjeras, reducir su Parlamento, cambiar sus reglas políticas más profundas e incluso escribir una nueva Constitución desde cero.

O podría decirle No a todo y exigir un nuevo rumbo sin alterar la estructura estatal.

Hoy, Ecuador vota cercado por sus fantasmas, pero también por la esperanza de recuperar el control de su destino. La jornada recién comienza, pero la historia —esa que se escribe con tinta indeleble— ya está esperando el resultado.

Belén Pavez G., Periodista y Locutora. Licenciada en Comunicación Social. Productora general y Directora de prensa en Vilas Radio. Música y Cat lover.

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