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TERROR Y FUEGO EN EL CORAZÓN DE DELHI: LA EXPLOSIÓN QUE ESTREMECIÓ A LA INDIA FRENTE AL FUERTE ROJO

Una violenta detonación en pleno centro histórico de Nueva Delhi dejó al menos ocho muertos y más de una docena de heridos. El estallido, que arrasó autos, autorickshaws y rompió ventanas a cientos de metros, desató el pánico en una de las zonas más turísticas de la capital india. Las autoridades investigan si se trató de un coche bomba mientras la ciudad permanece bajo máxima alerta.

Crónica del estallido: el rugido que quebró la calma del atardecer

El sol caía sobre los muros rojizos del legendario Fuerte Rojo, cuando el rugido de la tarde se transformó en caos. Eran cerca de las siete de la tarde en Nueva Delhi —hora en que los vendedores apagan sus hornillos y los turistas buscan la sombra de los jardines mogoles— cuando una explosión sacudió el aire, hizo temblar los ventanales y pintó el cielo de humo negro.

La detonación fue tan brutal que los vidrios de los autos estacionados a más de cincuenta metros se pulverizaron en el acto. En segundos, el bullicio cotidiano se convirtió en gritos, llantos y un eco de sirenas que se multiplicaron como una sinfonía del desastre.

“Nunca había escuchado algo así. Pensé que el suelo se abriría. Caí tres veces por la onda expansiva”, relató Rajdhar Pandey, vecino del casco antiguo, aún con las manos manchadas de polvo y hollín.

El epicentro fue una calle abarrotada cerca de la puerta número uno de la estación de metro Fuerte Rojo, uno de los puntos más concurridos y fotografiados de la capital. Allí, según las primeras indagaciones, un vehículo —un Hyundai i20— explotó sin aviso, desatando una cadena de fuego que devoró seis automóviles y tres autorickshaws, los inseparables triciclos motorizados de Delhi.

Escenas del horror: cuerpos, llamas y confusión

El Hospital Lok Nayak Jai Prakash Narayan recibió a los primeros heridos entre bocinazos y ambulancias enloquecidas. De las quince personas trasladadas, ocho llegaron sin vida. “Tres están en estado crítico. Uno de ellos estable, por ahora”, informó con voz contenida el superintendente médico del hospital.

Las imágenes que recorrieron el mundo mostraban un infierno urbano: autos convertidos en esqueletos metálicos, cables colgando del aire, y el humo ascendiendo sobre las torres del Fuerte Rojo —símbolo de la independencia india— como una sombra que manchaba su historia.

“Cuando vimos una mano en el suelo, entendimos que ya nada sería igual”, narró entre lágrimas un comerciante que estaba a escasos metros del lugar.

En medio del caos, decenas de curiosos intentaban ayudar, mientras otros corrían sin rumbo. El olor a gasolina quemada, a caucho y a polvo mezclado con el miedo, flotaba como un recordatorio de la fragilidad humana.

Operativo relámpago y ciudad en alerta máxima

En cuestión de minutos, equipos especiales de la Policía de Delhi y del Comando Antiexplosivos acordonaron la zona. Los drones sobrevolaban el área mientras los especialistas recogían fragmentos del vehículo convertido en cenizas.

“Estamos analizando todas las posibilidades. No descartamos ningún escenario”, declaró el portavoz policial Sanjay Tyagi. Las versiones iniciales apuntan a un posible coche bomba, aunque las autoridades también barajan la hipótesis de un fallo mecánico o una fuga de combustible.

El ministro del Interior, Amit Shah, monitorea la situación desde la sede del gobierno, mientras la seguridad ha sido reforzada en templos, estaciones de tren y aeropuertos. La capital india, acostumbrada a falsas alarmas, se enfrenta ahora a un episodio real que reabre heridas del pasado.

Delhi, entre el miedo y la memoria

El Fuerte Rojo, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, fue testigo silencioso del pánico colectivo. Los vendedores ambulantes, que hasta minutos antes ofrecían collares y tazas con la imagen del Taj Mahal, abandonaron sus puestos sin mirar atrás. Los turistas extranjeros fueron evacuados, y las embajadas de varios países pidieron a sus ciudadanos evitar la zona.

India no es ajena a las explosiones. En los últimos años, la capital ha vivido episodios de violencia y amenazas que suelen disolverse entre el ruido del tráfico y la rutina. Pero esta vez, el miedo se hizo tangible.

“Delhi respira pero tiembla”, tituló uno de los diarios locales en su edición nocturna.

El fuego ya se apagó, pero el eco del estallido sigue rebotando entre las calles del viejo Delhi. En cada trozo de vidrio roto, en cada vehículo ennegrecido, en cada familia que espera noticias en los pasillos del hospital, palpita la incertidumbre.

El lunes 10 de noviembre quedará inscrito en la historia de la ciudad como el día en que la capital india volvió a arder frente a su propio símbolo, y el humo del miedo volvió a cubrir el cielo de uno de los lugares más antiguos del mundo.

Belén Pavez G., Periodista y Locutora. Licenciada en Comunicación Social. Productora general y Directora de prensa en Vilas Radio. Música y Cat lover.

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