
Una investigación secreta de más de un año dejó al descubierto una organización criminal que operaba desde el interior del penal de Alto Hospicio. Doce gendarmes —bajo las órdenes de una oficial— fueron detenidos junto a civiles por tráfico de drogas, cohecho, lavado de activos y asociación ilícita. El golpe sacude los cimientos de Gendarmería y destapa una red que lucraba con el crimen desde donde debía combatirlo.
La traición dentro de los muros
La madrugada comenzó con un silencio tenso sobre el desierto de Tarapacá. Al interior del Centro de Detención Preventiva de Alto Hospicio, los pasos de los agentes rompían el aire. En cuestión de minutos, los gritos, los allanamientos y el sonido metálico de las esposas llenaron los pasillos del penal.
Diecinueve detenidos. Doce de ellos, gendarmes. Funcionarios del Estado, encargados de mantener el orden, ahora esposados por los mismos colegas que durante años compartieron guardias, café y rutina.
El operativo, encabezado por el Ministerio Público de Tarapacá, la Policía de Investigaciones (PDI) y Gendarmería de Chile, se transformó en uno de los mayores golpes contra la corrupción penitenciaria en la historia reciente del norte del país.
Un año de investigación silenciosa
“Esta investigación se inicia hace aproximadamente un año, con un trabajo exhaustivo, sigiloso, y con diversas técnicas de inteligencia”, relató la fiscal regional Trinidad Steinert Herrera, quien lideró la indagatoria que permitió desbaratar la red.
Según la persecutora, la organización criminal se dedicaba al tráfico ilícito de drogas, operando desde el interior del penal. Los propios gendarmes vendían estupefacientes a los internos… y también entre ellos mismos. La corrupción se había vuelto cotidiana, invisible a simple vista, pero devastadora para la integridad institucional.

La red no solo distribuía droga, sino que movía dinero a través de familiares y conocidos para lavar los fondos obtenidos, generando un incremento patrimonial inexplicable entre varios de los involucrados. Lo que ganaban como funcionarios públicos no coincidía con los vehículos, los inmuebles y el estilo de vida que ostentaban.
El poder de una oficial y la caída del grupo
En el centro de la trama estaba una oficial de Gendarmería, bajo cuyas órdenes se organizaba el flujo de droga, dinero y favores. Ella, junto a sus subalternos y civiles de confianza, habría articulado el negocio ilícito que hoy tiene a todo un penal bajo sospecha.
Durante el operativo, las autoridades incautaron drogas, armamento, municiones, dinero en efectivo, vehículos y teléfonos celulares, evidencia que, según la fiscalía, será clave para la formalización de cargos.
Un despliegue nacional para derribar la corrupción
El inspector Eric Menay, jefe nacional contra el crimen organizado de la PDI, confirmó que más de 150 funcionarios policiales participaron en el operativo, desplegados no solo en Iquique, sino también en las regiones del Bío Bío y La Araucanía, donde se realizaron detenciones simultáneas.
“Esto refleja el trabajo colaborativo entre instituciones. No se trata solo de perseguir el delito, sino de golpear el patrimonio de estas organizaciones criminales”, enfatizó Menay.
La investigación permitió acreditar delitos de cohecho, lavado de activos, tráfico de drogas y asociación criminal, todos vinculados a los funcionarios ahora tras las rejas.
Reacciones desde el Gobierno: “Tolerancia cero con los corruptos”
Desde el Gobierno, la noticia cayó como un mazazo. El subsecretario de Justicia, Jaime Martín, fue categórico:
“Hoy, desde Tarapacá, se ha dado un golpe profundo a la corrupción y al crimen organizado que acechan a Gendarmería de Chile. No habrá espacio para los corruptos. Vamos a limpiar la institución, proteger a los buenos funcionarios y castigar a quienes traicionaron su juramento”.
Martín recordó que el Ministerio de Justicia lleva adelante una política de fortalecimiento interno, que incluye nuevas declaraciones de intereses y patrimonio obligatorias para todos los gendarmes del país, con el fin de prevenir futuros casos.
Gendarmería responde: “Estamos limpiando la institución”
Desde Santiago, llegó de madrugada el director nacional de Gendarmería, Rubén Pérez Riquelme, quien no ocultó su decepción, pero defendió el actuar de la institución:
“Hoy, doce funcionarios de ambos géneros están detenidos, y una oficial a cargo. Hemos decomisado droga, dinero, armamento y municiones. Pero lejos de debilitarnos, esto nos fortalece. Estamos limpiando nuestra casa”.
El coronel destacó que desde 2022 se han expulsado 92 funcionarios por actos de corrupción, en un esfuerzo continuo por erradicar los “focos tóxicos” que contaminan la labor penitenciaria.
El eco del escándalo
En Alto Hospicio, la noticia corrió como pólvora. Los familiares de internos observaban desde lejos el movimiento policial, sin entender del todo si la redada apuntaba a los reclusos o a sus guardianes.
Mientras tanto, dentro de los muros, los funcionarios honestos miraban con rabia y vergüenza cómo sus compañeros eran esposados. “Esto nos golpea a todos”, dijo uno de ellos, con la voz quebrada, mientras las sirenas se perdían en el amanecer nortino.
El golpe más duro al crimen organizado desde dentro
Con los 19 detenidos —entre ellos 12 gendarmes— la Fiscalía Regional de Tarapacá busca sentar un precedente: nadie está por encima de la ley, ni siquiera quienes deben hacerla cumplir.
El caso recién comienza. Las formalizaciones se realizarán durante los próximos días, y no se descartan nuevas detenciones. Lo cierto es que el penal de Alto Hospicio, símbolo de control y castigo, ha quedado ahora bajo la sombra de la desconfianza.
La justicia, esta vez, miró hacia adentro de sus propios muros… y lo que encontró fue una historia de poder, dinero y traición que estremece a todo Chile.







