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TARAPACÁ, EL EPICENTRO DEL CRIMEN TRANSNACIONAL: LA FRONTERA DONDE LAS MAFIAS DEL CONTINENTE SE FUSIONAN Y EL ESTADO PIERDE TERRENO

Según antecedentes revelados por El Mercurio, la Región de Tarapacá se ha convertido en el punto neurálgico del crimen transnacional en Chile. Bandas como el Tren de Aragua, Los Pulpos, Los Calenos, La Mafia del Norte y Los Fujian operan en la zona, extendiendo sus redes de tráfico de drogas, armas, migrantes y personas, además de secuestros, extorsiones, homicidios y lavado de dinero. La Fiscalía advierte que la convergencia de factores geográficos, sociales y económicos ha transformado el norte en una frontera caliente, donde los límites entre crimen y comunidad se desdibujan día a día.

LA FRONTERA QUE ARDE

En el norte más árido del mundo, donde el sol parece castigar sin compasión y el desierto se abre como una herida, la Región de Tarapacá se ha transformado en el corazón palpitante del crimen transnacional. Allí, entre pasos clandestinos, campamentos improvisados y rutas de contrabando, las mafias latinoamericanas han encontrado su paraíso oculto.

Ya no se trata de rumores ni de advertencias aisladas: según una investigación publicada por El Mercurio, el Ministerio Público identifica al menos 16 organizaciones criminales internacionales activas en Chile, y Tarapacá lidera ese mapa oscuro. En sus fronteras, el Tren de Aragua convive con Los Pulpos del Perú, los Trinitarios dominicanos, la Mafia del Norte y hasta redes chinas de contrabando y lavado de activos. Una mezcla explosiva que ha convertido al norte en un laboratorio del crimen organizado.

UN MAPA DE PODERES OCULTOS

Desde las quebradas de Colchane hasta los barrios altos de Iquique, las rutas se entrecruzan como venas contaminadas.

Por allí se mueve de todo: drogas, armas, migrantes, autos robados, dinero sucio y vidas humanas.
La Fiscalía describe la zona como un “escenario de alta complejidad”, donde la geografía desértica, la desigualdad social y la falta de control estatal actúan como imanes para el crimen.

Según el fiscal regional de Antofagasta, Juan Castro Bekios, la macrozona norte es hoy “un territorio estratégico para el asentamiento y expansión del crimen organizado”, donde los límites del Estado se desdibujan frente a la ley del miedo.

En la práctica, las bandas no solo trafican productos, sino también poder. En Alto Hospicio, Arica o Pozo Almonte, los secuestros, extorsiones y homicidios son el nuevo alfabeto del control territorial.

DE LA PANDEMIA AL DESCONTROL

Los investigadores coinciden en un punto: la pandemia fue el punto de inflexión.
Mientras Chile cerraba fronteras y confinaba a su población, los grupos criminales cruzaban libremente los pasos no habilitados, instalando sus bases en tomas, campamentos y sectores abandonados.

“La convergencia de factores geográficos, sociales y económicos favoreció la instalación de estas organizaciones y la diversificación de los mercados ilícitos”, señala el Ministerio Público en el informe citado por El Mercurio.

Fue en esos años cuando el Tren de Aragua se consolidó como el principal actor criminal del país, y cuando surgieron estructuras locales que actúan como brazos operativos o “organizaciones proxy” de carteles extranjeros.

UNA RED QUE SE EXTIENDE BAJO LA ARENA

Los nombres cambian, pero la estructura se repite:

  • Tren de Aragua (Venezuela): secuestros, tráfico de personas y extorsión.
  • Los Pulpos (Perú): control de pasos fronterizos y narcotráfico.
  • Los Fujian (China): contrabando y lavado de activos.
  • Los Calenos (Colombia): tráfico de drogas y armas.
  • La Mafia del Norte (Chile-Venezuela): mezcla local con conexiones bolivianas.

“En Tarapacá se cruzan todos los caminos del delito. Es un nodo criminal continental”, advierte un fiscal especializado citado por El Mercurio.

UN CORREDOR BIOCEÁNICO DEL DELITO

Lo que antes fue un proyecto de integración económica hoy se transforma en una autopista criminal. El llamado corredor bioceánico, que une Brasil, Paraguay, Argentina y Chile, facilita el paso de mercancías legales… y de las que no lo son.

Por esas rutas viajan armas hacia el norte y cocaína hacia los puertos del Pacífico. El flujo es tan intenso que la Fiscalía teme la llegada de organizaciones brasileñas como el Comando Vermelho o el Primer Comando Capital (PCC).

“El riesgo de acceso de nuevos grupos es real”, reconocen los persecutores. “Ya no se trata de si van a llegar, sino de cuándo”.

UNA GUERRA SILENCIOSA

En las noches del desierto, los motores se oyen antes que las sirenas. Camionetas sin patente, casas incendiadas, cuerpos hallados en caminos rurales. Los vecinos aprenden a no mirar, a no hablar, a sobrevivir.

La sensación es que Tarapacá se ha convertido en un territorio en disputa, donde las autoridades llegan después del crimen y los fiscales trabajan entre amenazas y miedo.

“La expansión del crimen organizado en el norte no es un fenómeno importado, es una colonización”, resume un investigador judicial. “Aquí las bandas no se esconden: se establecen, reclutan, mandan y ejecutan”.

UN NORTE BAJO FUEGO

Chile, un país que durante décadas observó desde lejos las guerras del narcotráfico, hoy tiene su propia frontera en llamas.
Tarapacá no solo es una región: es un espejo del futuro si el Estado no logra recuperar el control.

En palabras de un fiscal del norte:

“El desierto guarda los secretos de las rutas del crimen. Y lo más grave es que, a estas alturas, nadie puede asegurar quién manda realmente allí.”

Belén Pavez G., Periodista y Locutora. Licenciada en Comunicación Social. Productora general y Directora de prensa en Vilas Radio. Música y Cat lover.

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