
El Ejecutivo ingresará al Congreso una iniciativa que cambiaría las reglas del juego en la Macrozona Norte: permitirá al Presidente mantener a las Fuerzas Armadas en la frontera sin necesidad de renovar autorización legislativa cada 90 días. La medida busca agilizar la seguridad, pero ya genera tensión en la oposición y grietas dentro del propio oficialismo.
El reloj político marca un antes y un después para la frontera norte de Chile. Esta semana, en medio del desierto y la altiplanicie, el Gobierno de Gabriel Boric llevará al Congreso un proyecto que promete encender el debate político como pocas veces antes. La reforma constitucional propuesta permitirá que las Fuerzas Armadas se mantengan desplegadas en la frontera mediante un decreto supremo, eliminando la obligación de renovar la autorización legislativa cada 90 días.
En Colchane, donde el viento del altiplano corta la piel y las alturas revelan la geografía más extrema del país, Boric presentó la iniciativa en el marco de la inauguración de nuevas etapas del Sistema Integrado de Fronteras (Sifron). Allí, entre drones, sensores y cámaras de alta tecnología, el Presidente defendió la medida como un paso necesario para reforzar el control migratorio y enfrentar al crimen organizado.
“No podemos seguir dependiendo de renovaciones trimestrales que retrasan la acción del Estado. La frontera necesita estabilidad y rapidez, y eso es lo que buscamos con esta reforma”, afirmó Boric frente a medios y autoridades locales.
Tensión en el Congreso y fisuras en el oficialismo
El proyecto llega al Congreso como un paquete explosivo de seguridad y política. La oposición ya adelantó un rechazo frontal, advirtiendo que la reforma podría socavar los contrapesos institucionales y concentrar demasiado poder en manos del Ejecutivo.
Pero la controversia no se limita a la vereda opuesta: dentro del oficialismo surgen grietas inesperadas. Voces del Frente Amplio critican la iniciativa como un salto hacia un presidencialismo excesivo, mientras miembros del Partido Comunista cuestionan la constitucionalidad del proyecto y la extensión del uso militar sin control parlamentario.
Analistas políticos destacan que el ingreso del proyecto esta semana marcará un punto de inflexión, y que la discusión que se avecina podría definir los límites del despliegue militar y la supervisión civil sobre la frontera más conflictiva del país.
Una frontera bajo presión constante
La Macrozona Norte, donde Colchane, Putre y Tarapacá concentran flujos migratorios irregulares y actividad del crimen organizado, ha sido históricamente un desafío logístico y estratégico. El Sifron, la infraestructura tecnológica inaugurada junto al anuncio del proyecto, integra vigilancia con inteligencia militar y policial, permitiendo respuestas más rápidas ante emergencias y delitos transfronterizos.
“Se trata de coordinar rapidez, control y presencia del Estado donde más se necesita. Esto no es solo un despliegue militar, es un sistema integrado de defensa y seguridad ciudadana”, explican fuentes del MOP vinculadas al Sifron.
Lo que viene esta semana
Con el proyecto ya ingresado, la Cámara de Diputadas y Diputados tendrá el desafío de debatir, cuestionar y aprobar (o rechazar) una medida que puede redefinir la relación entre Ejecutivo y Legislativo en el uso de las Fuerzas Armadas.
Para Boric, el tiempo es crucial: la frontera no puede esperar, y esta semana se juega el primer capítulo de una reforma que busca estabilidad en un territorio donde cada minuto cuenta.
Entre la tecnología de punta del Sifron, la presión del crimen organizado y la necesidad de respuestas inmediatas, Chile se prepara para un debate que fusiona política, seguridad y soberanía, y que promete ser uno de los momentos más comentados del año en el Congreso.
Fuente: InfoDefensa.