
Una indagación de BBCL Investiga reveló que 181 funcionarios del Congreso Nacional superan los $7 millones brutos mensuales que gana el Presidente Gabriel Boric, con sueldos que llegan a los $19 millones. El presidente del Senado, Manuel José Ossandón, lanzó una ofensiva para frenar los llamados “supersueldos”, mientras las asociaciones de funcionarios responden con una guerra abierta.
El escándalo ya tiene cifras, rostros y enemigos declarados.
Mientras en las calles el chileno promedio apenas sobrevive al alza del pan y la bencina, dentro del Congreso Nacional se escribe otro tipo de historia: la de los “supersueldos”, un universo paralelo donde abogados, redactores y profesores cobran —sin exagerar— hasta $19 millones mensuales, más que el mismísimo Presidente de la República.
El fuego cruzado comenzó cuando el presidente del Senado, Manuel José Ossandón (RN), lanzó su bomba legislativa: un proyecto para frenar los sueldos desorbitados que, según él, “distorsionan la lógica del servicio público y atentan contra la credibilidad del Congreso”.
“Aquí hay gente que gana más que el Presidente. Esto no tiene sustento ni moral ni técnico”, disparó Ossandón, abriendo una grieta dentro del propio Parlamento.
EL DÍA QUE ESTALLÓ LA BOMBA SALARIAL
El informe de BBCL Investiga fue el detonante. La investigación reveló que más de 130 funcionarios del Congreso —62 del Senado, 53 de la Cámara de Diputados y 20 de la Biblioteca del Congreso Nacional— ganan sobre $8,4 millones, cifra que supera el límite que Ossandón busca establecer por ley.
Pero eso no es todo: 181 funcionarios superan el salario del propio Presidente Gabriel Boric, que bordea los $7 millones brutos.
Los nombres que circulan en los pasillos no son menores: Julio Cámara Oyarzo, con $17 millones; Ximena Belmar Stegmann y Pedro Fadic, con $16 millones; Miguel Landeros, secretario general de la Cámara, con $19 millones. Todos bajo un mismo techo legislativo, pero con bolsillos de reyes.
UN CONGRESO SIN TECHO NI TOPE
La denuncia destapó un sistema opaco y autorregulado, donde cada cámara maneja su propia escala salarial, sin tope, sin fiscalización externa y con beneficios únicos, creados por acuerdos internos que se multiplicaron durante años sin control.
“Ni el Senado ni la Cámara se rigen por la escala única del Estado. Aquí se inventaron bonos, asignaciones y categorías que se pasaron de la raya”, comenta un exasesor legislativo que prefiere mantener el anonimato.
El resultado: un pequeño olimpo de funcionarios que perciben ingresos que duplican el salario del Presidente de la República, mientras otros empleados del mismo Congreso ganan menos de $900 mil pesos.
RESISTENCIA Y GUERRA ABIERTA
El golpe de Ossandón no cayó bien.
Las asociaciones de funcionarios del Congreso reaccionaron con furia y publicaron un comunicado conjunto acusando al presidente del Senado de “atentar contra los derechos adquiridos” y de actuar “sin asesoría técnica ni conocimiento jurídico”.
“Nos tratan como si fuéramos privilegiados o abusadores, pero somos profesionales que ganamos lo que la institución nos asignó legalmente”, respondió una funcionaria del Senado, exigiendo anonimato.
Desde adentro, hablan de traición política y de una “operación de imagen” impulsada por Ossandón para ganar puntos mediáticos. Afuera, la opinión pública ya sentencia: el Congreso vive desconectado del país real.
🧮 LA MATEMÁTICA DEL ESCÁNDALO
- 181 funcionarios ganan más que el Presidente Boric.
- 47 de ellos duplican su salario.
- 62 empleados del Senado superan los $8,4 millones.
- 53 en la Cámara y 20 en la BCN también rompen el límite.
- El sueldo más bajo del Congreso: $911 mil brutos.
Una brecha que ni la desigualdad chilena logra explicar sin sonrojarse.
EL PLAN OSSANDÓN: PODA SIN SANGRE
El senador de RN asegura que su proyecto no tocará los sueldos actuales —por derechos adquiridos—, pero sí cerrará el grifo para futuros contratados.
“Aquí no se le bajará el sueldo a nadie, pero debemos hacer sustentable el sistema. El chancho está mal pelado”, dijo Ossandón entre risas nerviosas, dejando claro que la batalla recién empieza.
Su propuesta busca crear una nueva planta de personal, donde ningún funcionario gane más que el Presidente de la República. Los actuales “supersueldos” entrarían a una planta de extinción, desapareciendo gradualmente a medida que sus titulares se jubilen o renuncien.
Una cirugía política sin bisturí, pero con anestesia mediática.
MONEDA EN SILENCIO
Hasta ahora, La Moneda no se pronuncia.
El presidente Boric guarda distancia, consciente de que el proyecto implica gasto fiscal y, por tanto, requiere su patrocinio exclusivo. Sin su firma, la iniciativa no puede avanzar.
“Depende de Boric si esto se transforma en ley o se entierra bajo la alfombra del Congreso”, señala un analista político de la Universidad de Chile.
Mientras tanto, la presión pública crece. Las redes sociales arden con comparaciones: “Un profesor gana $900 mil, un redactor del Senado gana $13 millones”. Las cifras hablan solas.
LA CÁSCARA DORADA DE LA DEMOCRACIA
En los pasillos alfombrados del Congreso, nadie quiere hablar frente a cámara. Pero la indignación afuera ya tiene eco. La crisis de confianza, sumada a los “supersueldos”, amenaza con convertirse en una bomba política de tiempo.
La pregunta flota, incómoda, en el aire del Valparaíso legislativo:
¿Quién controla a quienes controlan el país?