
La multitud que repletaba la elipse del Parque O’Higgins miró hacia arriba. A más de tres mil metros de altura, un avión CN-235 de la Brigada de Aviación del Ejército liberaba a sus pasajeros más temerarios: veintiún paracaidistas de la Brigada de Operaciones Especiales Lautaro (BOE). Entre ellos, una figura destacaba no solo por su destreza, sino por el hito que encarnaba. Era la mayor Camila Orellana de la Fuente, la primera mujer en la historia en lanzarse en paracaídas durante una Parada Militar en Chile.
Con más de 1.600 saltos en su trayectoria, la oficial de la Escuela de Telecomunicaciones se preparó durante semanas para esta demostración. El salto no solo conmemoraba los 60 años de la Escuela de Paracaidistas y Fuerzas Especiales, sino que también abría un nuevo capítulo en la inclusión dentro de las Fuerzas Armadas.
El salto fue un espectáculo de precisión: desde 3.040 metros de altura, cada uno de los paracaidistas calculó el viento, la temperatura y la dirección exacta para aterrizar frente al público. Con 30 kilos de equipamiento militar sobre su cuerpo, Orellana descendió con firmeza hasta tocar tierra entre aplausos, marcando un momento que quedará inscrito en la memoria de quienes lo presenciaron.
“Fue mucho mejor de lo que esperaba”, reconoció emocionada tras el aterrizaje. “Nunca habíamos saltado con público y verlos desde el aire, saludándonos, fue impactante. El final fue especialmente emocionante: todo se veía muy bonito”.
Su camino no ha sido fácil. Para llegar a ese instante, la mayor Orellana enfrentó un riguroso entrenamiento junto a sus compañeros: más de un mes de prácticas, alrededor de 100 saltos de ensayo y exigentes rutinas físicas para soportar el peso del paracaídas y maniobrar con exactitud. A ello se suman los desafíos climáticos: viento, calor y la necesidad de aterrizar en un punto específico ante miles de espectadores.
Pero más allá de la técnica y la disciplina, Orellana sabe que lo suyo fue un salto simbólico: un mensaje de igualdad desde el cielo. “Esto demuestra que las mujeres no solo somos parte activa del Ejército, sino que tenemos la capacidad de acceder a cualquier puesto y asumir cualquier misión en igualdad de condiciones”, dijo en la previa al evento.
La mayor ya ha llevado su paracaídas a distintos rincones del mundo —Brasil, Estados Unidos, Argentina y, por supuesto, Chile—, y ahora se convierte en inspiración para otras mujeres que sueñan con vestir uniforme. “Yo las motivo, porque en realidad no hay impedimento”, asegura con convicción.
En una Parada Militar marcada por la tradición y el homenaje a las Glorias del Ejército, el salto de la mayor Orellana fue mucho más que un despliegue técnico: fue la prueba visible de que los muros en el aire y en tierra también pueden derribarse.