
Por momentos, Arica parece una ciudad construida sobre un doble fondo. Y la figura de Ricardo Sanzana —abogado, exdelegado presidencial y hoy candidato a diputado— emerge justo allí, en el punto exacto donde se cruzan los discursos públicos, la seguridad fronteriza y las sombras del narcotráfico. Una investigación de CIPER Chile destapó las piezas de un rompecabezas incómodo: el hombre que encabezó el Consejo Regional contra el Crimen Organizado también ha defendido, en al menos 11 causas, a imputados por tráfico de drogas.
En agosto de 2024, las cámaras captaron a Ricardo Sanzana levantando carpetas y señalando mapas. Era el jefe del recién creado Consejo Regional contra el Crimen Organizado en Arica y Parinacota. Desde ese puesto, advirtió que la región vivía una “factura del delito” jamás vista: nuevas rutas del narco, armas circulando entre bandas, tráfico de migrantes y operaciones transfronterizas que parecían sacadas de un guion de serie policial.
Lo dijo con convicción. Con autoridad. Con ese tono de urgencia que solo usan los funcionarios que creen estar al borde de un país que se quiebra, pero cuando dejó el cargo de delegado presidencial, un giro inesperado devolvió su nombre a una vereda que pocos imaginaron: volvió a ejercer como defensor penal público de acusados por narcotráfico.
Según reveló CIPER Chile, el mismo rostro que lideró esfuerzos para enfrentar a las organizaciones criminales representó —antes y después de su paso por el gobierno— a una larga lista de imputados por delitos de drogas.
Once causas como mínimo. Varias de ellas detalladas en documentos judiciales. Otras mencionadas en informes de la propia Contraloría, obtenidos vía Ley de Transparencia.
Una paradoja que, como un trueno, partió en dos la conversación pública en el norte.
El abogado de dos mundos
La historia reciente de Sanzana tiene la textura de una novela política. En su biografía aparecen dos cargos de alta responsabilidad: fue gobernador de Arica y luego delegado presidencial entre 2022 y 2024. Desde ese rol lideró operativos, coordinó policías y habló de la necesidad de “proteger la frontera más delicada del país”.
Sin embargo, fuera de cámaras, su rol como defensor penal nunca se apagó del todo. Y una vez terminada su gestión, volvió al ruedo judicial defendiendo a personas sorprendidas con ketamina adosada al cuerpo, cocaína en fajas abdominales, envoltorios de marihuana en penitenciarías o sustancias ingresadas ocultas en encomiendas.
Algunos de estos casos, según CIPER, ocurrieron incluso semanas después de que él publicara en su cuenta de X que “Arica es la puerta por donde entra la droga que afecta a todo Chile”.
El contraste es brutal.
La sociedad familiar y el ruido político
Aún más ruido generó otro punto revelado por el reportaje de CIPER Chile: mientras él ejercía como delegado presidencial, su cónyuge firmó un convenio con la Defensoría Penal Pública de Arica en representación de una sociedad que él mismo había fundado años antes.
El detalle clave: aunque Sanzana asegura que salió formalmente de la sociedad al asumir su cargo, y que no tiene participación legal, cada vez que lo llaman como abogado de reemplazo debe emitir honorarios a las empresas con convenio vigente… entre las cuales está la sociedad de su pareja.
Un enredo administrativo y político que, aunque legal según la DPP, no dejó indiferente a nadie.
Un currículo lleno de sombras y golpes internos
La trayectoria política de Sanzana tampoco ha sido un tránsito sin turbulencias. Fue expulsado por el Tribunal de Disciplina de la Federación Regionalista Verde Social, su entonces partido, por razones que incluyen:
- Desconocer a la directiva nacional,
- Sostener discursos misóginos hacia dirigentas regionales,
- Mantener deudas impagas con la colectividad,
- No entregar rendiciones de fondos partidarios.
Son antecedentes que, sumados al torbellino generado por la investigación periodística, dibujan el perfil de un político en guerra permanente: contra sus adversarios, contra la delincuencia y contra su propio pasado.
Los rostros del narcotráfico que defendió
CIPER identificó casos que, por sí solos, bastan para generar debate:
- Un hombre con casi 5 kilos de cocaína detectado en Chacalluta.
- Otro con más de un kilo de ketamina adherida a sus piernas en un bus interurbano.
- Internos que intentaron ingresar drogas a la cárcel de Acha mediante encomiendas.
- Una mujer sorprendida con 7,5 gramos de cocaína en plena cuarentena Covid, más dinero de presunta venta.
- Casos donde se incautaron más de 80 gramos de cocaína y 55 de marihuana durante controles carcelarios.
- Un imputado que transportaba 126 cápsulas de cocaína en una faja abdominal.
- Y otras causas que permanecen bajo reserva judicial, pero que la Contraloría consigna en sus listas.
La defensa del propio defensor
Sanzana sostiene con firmeza —según declaraciones recogidas por CIPER— que no hay contradicción ética en su carrera.
«Lo que uno hace no es defender delincuentes. El trabajo del defensor penal público es asegurar que los procedimientos se ajusten a la ley», dijo.
Asegura que su ética “está a toda prueba” y que no existe vínculo alguno entre su rol político, su retorno a la defensa pública y la empresa familiar que hoy controla su pareja.
Sus palabras, sin embargo, chocan con la incomodidad casi palpable que dejó el reportaje.
Un futuro político en entredicho
Hoy, mientras recorre Arica como candidato independiente en cupo de Acción Humanista, Sanzana levanta las mismas banderas que impulsó como delegado: seguridad, control fronterizo, combate al crimen organizado.
Pero su biografía reciente ya no es un relato lineal. Es un territorio fracturado, lleno de cruces, zonas grises y preguntas abiertas.
Preguntas que muchos ariqueños hoy repiten en voz baja:
¿Puede liderar la batalla contra el narco alguien que ha defendido —legalmente, sí, pero defendido— a tantos imputados por tráfico?
¿Dónde termina el deber profesional y dónde empieza el conflicto político?
¿Y cuánto puede soportar la política regional antes de quebrarse bajo sus propias contradicciones?
Lo único claro es que, después de la investigación de CIPER Chile, la historia de Ricardo Sanzana ya no volverá a ser la misma.







